contact us

Use the form on the right to contact us.

You can edit the text in this area, and change where the contact form on the right submits to, by entering edit mode using the modes on the bottom right.

         

123 Street Avenue, City Town, 99999

(123) 555-6789

email@address.com

 

You can set your address, phone number, email and site description in the settings tab.
Link to read me page with more information.

Mi Tiempo

¿Envidia de la buena?

manuelita otero

Hay días en los que te das cuenta de que llegó la hora de enfrentar temas a los que llevas mucho tiempo haciéndoles el quite, y son días hasta bonitos, ¿no?

Pues bien, este año, caí en cuenta de que la envidia era uno de esos temas que estaba por ahí,  haciéndome ojitos, pasando conmigo más tiempo del necesario - sin ser terrible-, pero sí estaba dando vueltas cerca.... y yo, cada vez que podía, olímpicamente, evadía la responsabilidad de sentar mi posición frente a ella. Claro, porque no es divertido andar por ahí diciendo o reconociendo que uno es envidioso o que con alguna frecuencia uno “sufre” de envidia.

Sinceramente creo que mi pereza inicial de enfrentar este tema en mi vida es resultado de lo que escuchaba de chiquita por todas partes: “¡Uy, qué envidia! Pero de la buena”; es decir, era claro que para muchos existe una envidia como chévere y otra más bien como mala clase de la que, la verdad, no se habla mucho. Entonces, uno crece como fresco con el tema, sin mayores reproches al respecto, porque finalmente “todo” puede -de alguna manera- acomodarse en el paquete de la tal “envidia de la buena”.

Lo cierto es que finalmente acepté que algo no está bien cuando el hecho de desear lo que tienen, hacen o sueñan los demás trae consigo también una dosis de amargura -así sea pequeña- que tarde o temprano nos hace pasar un trago amargo. Y si algo quiero dejar de hacer con mi vida es patrocinarme más tragos amargos.

No tengo la más mínima idea de si exista una fórmula o un tratamiento profesional o semi-profesional recomendado para superar la envidia -porque soy de las que cree que la envidia es un tema que vale la pena tratar independientemente de la “cantidad de envidia” que se sienta-, pero sí quiero compartir algo que empecé a hacer hace un tiempo y que me ha dado un gran alivio. Fue algo que hice, casi como hábito, por algunos días y que puede inspirar a alguien más. Se resume en 4 pasos. Aquí van:

1.       Hice una lista de todas aquellas personas que envidio o envidié por una u otra razón. Así no piense en ellas con frecuencia, pero que por algún motivo aparecieron en mi radar; precisando en cada caso qué son esas cosas que ellos tienen y que yo anhelo. (Estoy casi segura que todos tenemos nuestra listica de envidias, así sea “bajo llave”).

2.       Cada día saco un tiempo para agradecer poco a poco lo que sí tengo, lo que sí he logrado o lo que sí me hace de verdad feliz en las áreas que en la lista anterior me generaron “alerta roja”.

3.       Como buena planner que soy, frente a lo que más envidio, defino lo que yo puedo hacer por mí misma y para mí misma, tratando de ser lo más clara y específica posible.

4.       Por último, usando la fe que tengo, pido bendiciones para las personas por las que por algún motivo he sentido envidia, creyendo de corazón que cosas lindas les pasarán y, de paso, le pido a Dios que me apoye mejorando lo que quiero mejorar.

No se trata de sugerirte que hagas lo mismo, porque ni siquiera sé si la envidia es un tema que necesitas tratar. Todo lo que quiero es invitarte a que pienses en eso que te da pereza enfrentar. Dedícate tiempo para regalarle un rato a esas cosas que aparecen y desaparecen en la mente, que no te hacen mucho bien y que poco a poco van cogiendo fuerza suficiente para volverse importantes. Luego, pregúntate cómo puedes darles la vuelta para tener una vida mejor. Después de todo, ¿a quién no le gusta vivir una vida de la buena?

Ana

Día a día es como vives tu vida

manuelita otero

El otro día la tienda vintage de mi hija, My Closet Etc, participó en una feria local en Atlanta. Estábamos nerviosas y emocionadas a la vez, los sentimientos típicos que aparecen cuando haces algo por primera vez. La mañana del evento desarmamos los estantes que utilizamos para colgar la ropa, los empacamos en el carro junto con la ropa y con todas las otras cosas lindas que mi hija vende. Puse los tornillos y demás piezas importantes para armar los estantes en una bolsa y la coloqué justo al lado de mi cartera porque sabía que no podíamos olvidarla.

Cuando comencé a arreglarme, no me gustó la ropa que ya había escogido, así que me cambié varias veces y saqué las carteras que combinaban con cada nueva opción. Finalmente salimos y cuando estábamos manejando hacia la feria, me di cuenta que lo que no podía olvidar - la bolsa de los tornillos- se había quedado en mi cama, justo debajo de las carteras y de toda la ropa que me medí. Sabía que sin los tornillos no podríamos colgar la ropa ni organizar el stand en la feria.  Continuamos manejando, llegamos y sacamos todas las cosas en el sitio. Dejé a mi hija sola y me devolví a la casa. ¡Estaba furiosa conmigo misma! Era algo tan simple, solo tenía que poner los tornillos en mi cartera, ¿cómo los pude olvidar? me recriminaba una y otra vez.

A medida de que sentía que el estrés me estaba afectando, traté de silenciar mis pensamientos por un segundo. En medio de mi frustración y de la rabia no había notado que linda estaba la mañana: los rayos del sol que poco a poco aparecían entre los edificios jugaban con las sombras. Noté además que no había tráfico. Bajé las ventanas y dejé que la brisa de la mañana entrara a mi carro y me devolviera esa energía que estaba perdiendo y tomé la decisión de que nada iba a dañar ese bello día. Así que justo en ese momento decidí cambiar mi actitud.

Puede que no suene como una gran cosa, pero esa es la vida: las experiencias diarias, las actividades, las situaciones y la gente que vemos cada día. Ahí es cuando creamos recuerdos y construimos relaciones. Ese día a día con nosotros es lo que las personas a nuestro alrededor van a recordar. La vida se construye en el día a día, por lo tanto, la forma como vivimos cada día es como  vivimos nuestra vida. Cada uno de nosotros decide en qué enfocarse y muchas veces tenemos la tendencia de prestar más atención a lo negativo porque por alguna razón nos asusta más de lo que realmente debería. De pronto el miedo agranda las cosas o, de pronto, nos afecta la forma como fuimos criados o la forma como la sociedad nos ha enseñado a ver las cosas, pero podemos entrenarnos en ver lo positivo en todo porque -no importa la situación- siempre hay algo bueno. Estas ideas pueden ayudar:

-Se flexible: Ve más allá del “yo planeé, yo pensé, yo quiero”.  Los planes con frecuencia fallan y eso está bien porque muchas veces así es como se crean los mejores recuerdos y las lecciones más importantes de nuestras vidas. Se abierta al cambio y deja que el momento fluya. Dejar, al menos un poco, a  lo que estás aferrándote por un plan  te ayudará a disfrutar más el momento.

-Busca: Toma la decisión de buscar algo positivo en cada situación, no importa lo difícil que sea. Haz que esto sea tu propósito y mantén una actitud positiva. Con el tiempo esto se convertirá en un hábito y ser positiva será tu reacción inmediata a todo lo que enfrentes en la vida.  

-Haz una historia: ¿Alguna vez has estado alrededor de personas que cuentan grandes anécdotas e historias? Lo más probable es que esas historias hayan nacido en momentos en los que los planes se fueron por la ventana y las cosas tomaron el rumbo “equivocado”, pero su actitud les ayudó a ver lo positivo. Ellas, seguramente, no solo aprendieron algo en el proceso sino que además han disfrutado el hecho de compartir sus historias con otros. ¿Crees que si todo hubiera salido tal como lo planearon esas personas tendrían historias tan chéveres para compartir?

Cuando llegué al evento vi a mi hija que me sonrió nerviosamente, feliz de que finalmente yo estaba allí. Mientras ella esperó, conoció a otros vendedores que le contaron sobre sus experiencias. Organizamos nuestro espacio, tomamos fotos y hasta tuvimos tiempo para sentarnos a tomar un café. Fue, después de todo, un muy buen día.

Por Manuelita

 

Cuando perdonas te amas por encima de cualquier cosa

manuelita otero

067M15_HUM.JPG

¿En qué piensas cuando escuchas la palabra “perdón”? ¿Piensas en alguna situación difícil de tu vida o en alguna persona que de pronto te ha herido profundamente?  A veces creemos que el perdón es para situaciones significativas y complicadas; sin embargo, nuestra vida se compone de instantes en el día a día y el perdón debe ser también parte de ellos.

¿Puedes imaginar la paz que tendrías si practicaras el perdón durante todo el día? El perdón está relacionado con dejar ir y hay muchas cosas que suceden diariamente que pueden estar robando tu tiempo, tu energía y tu paz porque te estás aferrando a ellas. Estas cosas puede que sean pequeñas, incluso “banales”, si las miramos en contexto. Por ejemplo, en las carreras de la mañana quemas tus tostadas y permites que ese momento defina el tono del resto del día porque es algo que de pronto te da rabia o, de pronto, estás manejando y alguien se te atraviesa y de repente se te daña el genio. Si analizamos todos los instantes en los que permitimos que algunas situaciones -pequeñas o grandes- nos roben la paz y la alegría, encontraríamos muchos momentos que podrían ser mejores si dejamos ir sentimientos negativos y perdonamos tanto a otros como a nosotros mismos.

Es difícil practicar el perdón porque este está profundamente relacionado con lo que cada persona considera justo. Muchas veces pensamos que si perdonamos estamos siendo pasivos y “débiles” y la verdad, es que no hay  nada débil en el perdón. Por el contrario, perdonar requiere fortaleza, autocontrol, carácter y sabiduría. Lo realmente importante es tener en cuenta que hay una gran diferencia entre perdonar y permitir que otros nos ofendan o hagan daño continuamente. Podemos perdonar a alguien que nos ha tratado mal, pero no tenemos que tener necesariamente de nuevo a esa persona en nuestras vidas para que nos continúe hiriendo. Perdonar es hacer algo difícil en el presente para poder tener paz y un mejor futuro. Es hacer lo correcto por otros, pero especialmente por nosotros mismos porque cuando perdonamos somos libres.

Perdonar no es fácil, puede que sea una de las cosas más difíciles que hagas y lo más probable es que sea un proceso lento en el que sientes que das un paso adelante y tres atrás, pero cada paso vale la pena. Cuando perdonas te amas por encima de todo lo demás – por encima de las emociones tóxicas, por encima de lo que la gente piensa o dice y por encima de la negatividad – y eso te hará  sentir más liviana y feliz.

Por Manuelita

¿Para qué soy buena?

manuelita otero

No es que le pase a todo el mundo, ni a todas las mujeres, ni que sea algo permanente, pero siempre he creído que una de las crisis más duras que uno puede enfrentar, especialmente si uno está cerca o ya pasó por los 30, es la crisis de “no tengo ni idea qué hacer con mi vida”, “no tengo ni idea para que soy buena”, o “no sé muy bien qué me gusta y qué me voy a poner a hacer… “

Yo he escuchado ese tipo de frases, que reflejan claramente este tipo de crisis más veces de las que quisiera - tanto en mi mente, como a mi alrededor-  Los motivos pueden ser casi que infinitos, tomando en cuenta que cada quien vive su vida: única, personal e intransferible.

Por ejemplo, esta crisis nos puede pasar, entre otras cosas, por haber estudiado lo que nuestros papás querían que estudiáramos; porque tomamos una oportunidad de trabajo que supuestamente “no podíamos dejar pasar” - pero que en realidad no tiene nada que ver ni con lo que nos gusta ni con nuestros talentos; porque a los 20 vemos el futuro tan lejano que no planeamos mucho qué vamos hacer con nuestra vida; o sencillamente porque no dedicamos ni el tiempo ni el esfuerzo suficiente para conocernos mejor y descifrar para qué es que somos buenas.

A mí, personalmente, me ocurrió por la última razón. Aunque he estudiado y trabajado en muchas cosas interesantes, creo que en todo caso el día a día me ha consumido por años. Tanto que sencillamente olvidé preguntarme –frecuentemente con calma y sin presiones- cuáles son esas fortalezas y talentos que me nacen del alma y las entrañas, que disfruto y que además, me pueden dar el éxito, la satisfacción, el trabajo, la felicidad o la estabilidad económica que he anhelado en muchos momentos de la vida.

Una vez caí en cuenta de esto puse manos a la obra y ahora ando metida de cabeza definiendo mis talentos y –valga la redundancia- “fortaleciendo mis fortalezas”.

En medio de esta tarea, encontré una fórmula basada en el libro Ahora, descubra sus fortalezas de Marcus Buckingham y Donald O. Clifton  -quienes trabajaron este tema con más de 2 millones de  personas alrededor del mundo-, que considero sabia y coherente y que, por lo tanto, estoy aplicando porque puedo dar fe de que me ha traído una paz que no cambio por nada. Definitivamente sí pasa algo especial cuando uno define sus fortalezas y encuentra el camino para dedicarse a ellas.

¿De qué se trata?

De pasar lo que hacemos en el día a día por un filtro de 4 claves básicas para determinar dónde están nuestras fortalezas.

1ª: Estar atentos a nuestras reacciones espontáneas en nuestra vida diaria o en situaciones extremas de mucha presión, porque es en esas reacciones espontáneas donde salen a flote las verdaderas huellas de nuestros talentos dominantes. Por ejemplo: si somos jefes y un empleado va a faltar al trabajo porque tiene un hijo enfermo, podemos analizar en qué pensamos primero: en quién atendería al niño enfermo o en quién reemplazaría al empleado ausente. (En el primer pensamiento una fortaleza predominante puede ser la Empatía; en el segundo caso una fortaleza predominante puede ser la de Organizador). Entonces, no se trata de juzgar que una reacción sea buena y otra mala; se trata de descubrir en qué somos más fuertes.

2ª: Revisar y “escuchar” nuestros anhelos, pues estos son los que revelan una atracción constante hacia aquello en lo que tenemos talentos naturales. Los anhelos muestran desde nuestra infancia la presencia de fortalezas, aunque en algunos casos las reglas sociales o las presiones familiares o económicas los puedan ahogar. 

3ª: Observar qué aprendemos con facilidad. Lo que se aprende rápidamente es otra huella de nuestros talentos. No es gratis que nuestro cerebro “vuele” ante ciertas cosas que aprende y ante otras, no. 

: Analizar nuestras satisfacciones. Hay que estar más atentas a los momentos en los que  disfrutamos algo que hacemos de manera positiva y productiva. Ahí debe haber algún talento importante por cuidar. Sencillamente es algo que se siente o no se siente.

Para mí estas cuatro claves han sido tan solo un abrebocas en este fascinante mundo de descubrir para qué soy buena. Por ejemplo, con este método descubrí que me va muy bien siguiendo paso a paso protocolos en el trabajo mientras al mismo tiempo propongo mejoras de los mismos, y no sabes cuánto lo disfruto. 

Bibliografía sobre este tema hay muchísima: pasando por psicólogos, coaches, académicos y personas de negocios exitosas. Lo importante en realidad es que si tú te has preguntado últimamente cuáles serán tus fortalezas, saques tiempo de calidad para averiguarlo. Seguramente, como yo, sentirás que tu vida fue “antes” y “después” de haberlo descifrado.

Por Ana

La vida es más que una lista de cosas por hacer

manuelita otero

¡No he hecho nada hoy! Eso es lo que a veces digo al final del día al ver la larga lista de cosas que me faltaron por hacer. Y no es cierto que no haya hecho nada, pues usualmente hago más de lo que creo posible, pero por alguna razón he decidido que muchas de las cosas que hago no son tan “importantes” así que no las tengo en cuenta. Esto me hace preguntarme: ¿Cuándo decidí que hacer mercado, pagar cuentas, limpiar la casa y llevar a mis hijos a sus actividades no es importante? ¿Por qué a veces me siento tan poco productiva cuando  en realidad no he parado en todo el día un minuto?

¿No sientes a veces una batalla diaria contra el tiempo? Se pasa tan rápido y queremos hacer tantas cosas -compartir con quienes queremos, trabajar en nuestros proyectos, responder a obligaciones y al trabajo- que no parece haber suficiente tiempo para todo. Nosotras, las mujeres, estamos siempre ocupadas trabajando en la casa o por fuera, asegurándonos de que todo esté marchando bien. Personalmente admiro a las mujeres y no porque sea una, sino porque las mujeres somos increíbles y a veces no se celebramos todo lo que deberíamos.

Comprender esto me ha ayudado a eliminar la mentalidad de “no hago suficiente” y ahora me celebro a mí misma y todo lo que hago. Esta nueva actitud me permite enfocarme en lo que realmente importa, a tomar todo con más calma, a disfrutar cada momento y al mismo tiempo a ser más feliz. La verdad es que las mujeres no logramos más cuando estamos a las carreras, aunque así parezca. Siendo honesta, todavía estoy aprendiendo cómo tener un ritmo más tranquilo y cómo valorar todo lo que hago, así que quiero recomendarte algunas cosas que a mí me han llevado a ser más productiva cada día sin perder mi paz:

Haz una lista -pero que sea sensata-: ¡Me encantan las listas!, pero a veces tengo una relación de amor y odio con ellas porque usualmente voy escribiendo todo lo que me acuerdo que debo hacer y, obviamente, al final del día al ver tantas cosas que no hice, me siento desanimada. Decidí entonces que cada día voy a escoger sólo las tres cosas que debo lograr ese día y si logro hacer algo más es un “premio extra”.

Separa tiempo para hacer lo que te gusta: Cada día has algo de lo que te gusta hacer. Las mujeres necesitamos equilibrio en nuestras vidas y no podemos continuar haciendo “todo” para “todos” dejando a un lado lo que nosotras queremos hacer. Si te gusta pintar, tomar fotografías, leer, hacer ejercicio, tomar un café sola… lo que sea que te haga feliz, toma tiempo para hacerlo.

Rodéate de un buen equipo: A veces cuando digo “No he hecho nada”, mi hija de diecisiete años rápidamente me regaña y me recuerda que sí he hecho cosas, y muchas. No puedes imaginar cuánto me ayuda eso. Busca personas cercanas y pídeles que te dejen saber cuando estés hablando de forma negativa sobre ti misma, especialmente cuando menosprecias tus avances y todo lo que haces a diario.

¡Ojo con los ladrones del tiempo!: Me siento tan orgullosa de lo organizada que soy con mi tiempo hasta que tomo mi teléfono celular y de repente 30 minutos se van sin darme cuenta. Las redes sociales son una herramienta valiosa, pero hay que tener cuidado porque fácilmente, si lo permitimos, nos roban tiempo, productividad y también la oportunidad de disfrutar de nuestro entorno, de despertar nuestra creatividad y de construir recuerdos valiosos.

Si no somos cuidadosas, la vida se puede convertir en una larga lista de cosas por hacer, y ¿quién quiere vivir así? Cuando nos preocupamos tanto por “hacer”, puede que dejemos de disfrutar nuestra vida, las personas a nuestro alrededor, y las cosas que tenemos.  Define lo que es importante para ti, no lo que las personas esperan o demandan de ti y una vez tengas tus prioridades claras, puedes establecer un plan realista para lograrlo sin perder tu paz. ¡Celebra todo lo que hagas!, incluso las cosas pequeñas porque esa es la vida: una recopilación de muchos instantes que se convierten en tus recuerdos más importantes. ¡Disfruta tu hoy!

Por Manuelita

 

¿Por qué no te das el permiso?

manuelita otero

¿Te acuerdas de esa alegría tan grande que sentías cuando de pequeña o adolescente te daban el “permiso de tu vida”, cuando te dejaban ir a ese paseo soñado con tus primos o amigos, o cuando podías ir a una fiesta que querías?

Muchas veces nos acercábamos a nuestros papás, o a quien nos estuviera cuidando, con  inseguridad y miedo a la hora de pedir un permiso -que tal vez nosotros creíamos difícil de obtener-, pero seguramente en la mayoría de los casos, si los papás veían que no íbamos a correr riesgos ni existían motivos contundentes para no dejarnos ir, nos daban el permiso.

Por muchas cosas que veo y percibo hoy en día, creo que algunas mujeres olvidamos darnos esos permisos que tanto anhelábamos cuando chiquitas. Lo curioso es que ahora no nos los negamos para cosas como fiestas y paseos sino que, tristemente, nos los negamos para cosas más pequeñas como regalarnos un día libre de vez en cuando, una tarde de spa o de peluquería, televisión o compras sin afanes, o para darnos más detalles que nos hagan sentir bien sin necesidad de ser costosas.

No sé si en este panorama en el que siento que cada vez somos menos detallistas con nosotras mismas tenga algo que ver el hecho de que con los años, uno va dejando crecer un montón de culpas que de manera consciente o inconsciente nos van robando la capacidad de consentirnos, cuidarnos y regalarnos un montón de cosas que nos gustan y disfrutamos.

Lo digo porque lo he visto en mí y en muchas mujeres que quiero y que me rodean. Casi siempre que nos regalamos algo lindo, algo grande, tenemos que justificar ante nosotras mismas y ante los demás que sí no lo merecíamos porque “es que hace rato que no íbamos de compras”; que sí valía la pena ir “porque es que había una promoción buenísima en el spa” y la verdad es que la lista de explicaciones y razones puede ser infinita cuando se trata de justificar los regalos que nos damos. Como si no fuera suficiente que nos regalemos algo por el sencillo hecho de que lo queremos y nos queremos.   

Sé que el manejo de la culpa es un tema complejo que merece ser tratado de manera profunda y aunque, por ahora, este no es el asunto del que quiero seguir hablando extensamente, sé que ahí tengo una pista interesante de lo que puede estar pasando en mi caso, de lo que puede estar impidiendo que me trate todo el tiempo como la mujer preciosa y valiosa que soy, que me trate como muchas veces trato a mis mejores amigas. No tengo que sentirme mal porque me estoy dando un poco más de lo que normalmente la gente se da a sí misma, no  tengo que sentirme culpable porque justo el día en que cometí ciertos errores me compro un helado especial o algo lindo que ví. No tengo que pensar que soy mala mamá o mala hija porque un día me puse en primer lugar a la hora de comprar algo o escoger un plan.

Muchas veces por “respeto” a los demás dejamos de darnos cosas tranquila y alegremente y lo hacemos por sentimientos de culpa que a la larga sólo son producto de nuestra imaginación.  

Regalarnos tiempo, tranquilidad, libertad, viajes, ropa, masajes, cursos, experiencias y otra cantidad de cosas con las que cada quien podría ser más feliz, debería volverse pan de cada día sin tener que esperar el cumpleaños, el día de la madre, navidad o el día de la mujer. No es que sea malo que en esas fechas nos demos más cosas o seamos más especiales, claro que no. Lo que no está bien es que olvidemos darnos todo lo que podamos cada día de nuestras vidas.  

Por Ana

¿Qué tal estar de vacaciones todos los días?

manuelita otero

Cierra tus ojos y piensa en tus vacaciones favoritas. ¿Puedes visualizarlas? ¿Hay ciertos olores o comidas que te recuerdan esos días? ¿Puedes recordar cómo te sentiste?

Me pregunto qué es lo que hace a las vacaciones tan maravillosas. Y no estoy tratando ser  sarcástica al preguntar lo obvio, de verdad quiero analizar cómo es ese “feeling y mood de vacaciones” porque quiero poder replicarlos en mi vida diaria. ¿Es eso posible? ¿Podría traer un poco de vacaciones a cada uno de mis días? Simplemente no creo que esté bien que esperemos todo un año para tener solo una o dos semanas con esa sensación que obtenemos durante las vacaciones. Tiene que haber otra forma.

¿Qué hace que las vacaciones sean vacaciones? ¿Es sentirse libre de preocupaciones? ¿Es no tener un horario? ¿Es es tiempo para compartir con la familia? ¿Es poder utilizar vestidos frescos y sombreros? ¿Es hacer nada al lado de la piscina o explorar algún área remota? ¿Qué tal si incorporamos esas cosas en nuestra semana? Me pregunto por qué usualmente convertimos nuestra vida en una rutina cuando no tiene que ser así.

Comencé una lista de algunas ideas que tengo para añadir un poco de “vacaciones” a mis días, y ya que el “mood o sensación de vacaciones” es diferente para todo el mundo, de pronto podrías continuar con tus propias ideas:

- Celebra con tus sentidos: Durante las vacaciones nuestros sentidos están más despiertos. Parece que todo huele más fresco, sabe más dulce y se ve más brillante. Si tomamos tiempo para prestar atención a nuestro alrededor podríamos experimentar esto más a menudo.

- Pasa tiempo afuera: ¿Tienes un balcón? ¿Podrías almorzar en un parque o de pronto podrías trabajar afuera un rato? El tiempo al aire libre puede mejorar cualquier día.

- Juega con tu ropa: ¿Te gustan las vacaciones porque te vistes elegante para salir en la noche a comer o porque te puedes vestir de forma casual y relajada? Si es así, ¿qué te frena a hacerlo más a menudo?  

- Saca tiempo para tu deporte favorito: ¿Tienes algún deporte que practicas poco por falta de tiempo? Saca un rato para hacerlo, así sea una vez a la semana o inclusive una vez al mes. Lo importante es tomar ese primer paso.

- Prueba nuevas comidas: En vez de ir siempre al mismo restaurante y pedir siempre lo mismo, ¿por qué no visitar nuevos restaurantes y probar comidas diferentes?

- Saca tiempo para tu familia y amigos: Cualquier momento puede ser especial con la familia y los amigos. Canten en el carro, hablen, jueguen cartas, compartan más tiempo durante las comidas… crea recuerdos especiales sin tener que estar de vacaciones.

- Relájate y toma tiempo para ti: Separa tiempo para ti, para hacer lo que te gusta por lo menos una vez al día.

- Toma un descanso de tus aparatos electrónicos: Creo que no nos damos cuenta la cantidad de tiempo que pasamos en redes sociales frente a dispositivos móviles o aparatos electrónicos. ¡Desconéctate más a menudo!

- Conduce con la ventana abajo escuchando música: Manejar puede ser la oportunidad perfecta para relajarte un rato si escuchas tu música favorita y cantas en voz alta - incluso a pesar del tráfico-.

- Visita nuevos lugares: Investiga todo lo que ofrece tu ciudad y prepárate para descubrir tus alrededores.

Sinceramente creo que con un poco de práctica ese “mood vacaciones” en el que somos más aventureros y vemos todo como una nueva experiencia puede ser incorporado con más frecuencia en nuestra vida. Prepárate para tener un poquito de vacaciones cada día del año.

Por Manuelita

 

Vivir el momento: la regla no la excepción

manuelita otero

El otro día viajamos a Miami donde nos encontramos con una amiga que estaba visitando los Estados Unidos. Fuimos a un lugar llamado Wynwood Walls, un área increíble llena de lo que parecían lienzos gigantes llenos de color y vida en las paredes de  varias bodegas. Fue tan revitalizante estar rodeados de tanta creatividad que mi hija y yo no paramos de decir lo felices que estábamos. Me encantó cada minuto de esa visita. Estaba feliz de estar con las personas con quien estaba sin pensar en el cielo gris que amenazaba con lluvia en cualquier momento, ni en la fría brisa que corría, ni en el hecho de que teníamos una larga lista de cosas que queríamos hacer. Nada importaba porque sencillamente estábamos disfrutando del momento, del presente y ya.

Debo confesar que no todos los momento de mi vida son  así.  Mi cabeza usualmente está llena de pensamientos que flotan por todas partes mientras estoy haciendo varias cosas a la vez,  pero ese día estaba completamente concentrada en el momento y, eso, ¡me encantó!. Ahora quiero que esa sea la norma y no la excepción.

¿Alguna vez has ido a vacaciones y cuando empiezas a disfrutarlas y llegas a tu lugar de destino te entristeces al pensar que en unos días ya te tienes que regresar? o, ¿has esperado a que alguien especial te visite, pero no paras de pensar que el tiempo se va a pasar tan rápido y que pronto se irá otra vez? o ¿alguna vez -como a mi mamá y yo lo hacemos a menudo, te sientas a almorzar y comienzas a planear lo que vas a preparar para la comida?

Aprender a vivir en el momento toma práctica pues usualmente nuestra mente está llena.  Nos movemos de un pensamiento a otro sin parar para poder disfrutar del presente.  Aun siendo difícil, no deberíamos desanimarnos porque vale la pena parar y detenerse un momento a apreciar las cosas buenas. No solo porque es una forma maravillosa de vivir, sino también porque vivir el ahora trae grandes beneficios para nuestro cuerpo y nuestra mente. Según un artículo de Harvard Health Publications, vivir en el momento o mindfulness, genera bienestar general y mejora la salud física y mental.  Ayuda a aliviar el estrés, mejorar enfermedades del corazón, reducir la presión arterial,  aliviar dolor continuo, mejorar el sueño y aliviar dificultades gastrointestinales, entre otros beneficios. Adicionalmente, también ayuda con problemas como depresión, abuso de sustancias, desórdenes alimenticios, conflictos de pareja, ansiedad y comportamientos compulsivos.

Un artículo de Psychology Today dice que personas que viven en el momento son: “más felices, demuestran más empatía y son más seguras de sí mismas. Además, tienen más confianza en sí mismas y aceptan sus debilidades. Prestar atención al ahora reduce reacciones impulsivas. Estas personas pueden escuchar comentarios negativos sin sentirse atacadas.”

Estas son suficientes razones para emocionarnos con la idea de vivir en el momento, ¿no te parece?, pero la pregunta es: ¿cómo lograrlo?

Creo que muchos de nosotros tenemos la respuesta dentro de nosotros mismos, pero por alguna razón no encontramos el momento para ponerla en práctica. ¿Qué tal comenzar hoy?, un pequeño cambio en nuestros hábitos puede ayudarnos a disfrutar nuestro ahora muchísimo más.

Aquí hay algunas ideas para comenzar:

  • Come sin distracciones (eso incluye no usar dispositivos electrónicos mientras lo haces).

  • Come despacio, mira la comida que estás a punto de comer y enfócate en el aroma y los sabores.

  • Haz una cosa a la vez.

  • Cuando estés tomando un café con alguien o teniendo una conversación, guarda tu teléfono en un lugar donde no te distraiga.

  • Mira a las personas a los ojos cuando te estén hablando.

  • Toma tiempo cada dia para hacer algo que disfrutes.

  • Enfrenta un problema a la vez.

  • Haz una lista de cosas para hacer e incluye tiempo para hacer algo que te guste mucho.

  • Celebra lo que has logrado en el día en vez de enfocarte en lo que no hiciste.

  • Cuando te sientas agobiada, cierra los ojos y respira profundamente.

  • Si es posible, toma una siesta. Si no duermes, solo cierra tus ojos por unos minutos.

  • Toma tiempo en las mañanas para tomarte un te o un café sin mayores distracciones. Aun si te tienes que levantarte 10 minutos antes. ¡Valdrá la pena!

  • Se consciente de lo que está a tu alrededor y disfrútalo.

  • Cuando des instrucciones, hazlo con calma. Ojalá una cosa a la vez y mirando a la persona que te escucha o lee para asegurarte de que te puede  estar entendiendo.

  • Se flexible, deja que las cosas fluyan.

  • Lee por el solo placer de leer.

  • Se consciente de tus pensamientos. Puedes decidir qué se queda y qué se va.

De todo lo que se trata vivir el momento es de estar completamente concentrado y ocupado en él. Mihaly Csikszentmihalyi lo describe como un flow, una “completa absorción en lo que uno hace”.

Es posible disfrutar plenamente cada momento que vivimos. Sin embargo, recuerda que vivir el momento es un propósito intencional, entonces para muchos de nosotros esto no es algo que fluya naturalmente al principio, pero con práctica y determinación este estilo de vida sí puede llegar a ser una manera de disfrutar nuestras situaciones diarias.

Por Manuelita

 

http://www.helpguide.org/harvard/benefits-of-mindfulness.htm

https://www.psychologytoday.com/articles/200810/the-art-now-six-steps-living-in-the-moment

 

Siento rabia y ya sé por qué

manuelita otero

Yo no sé si alguna vez te ha pasado que sientes mucha rabia “de repente”, pero no entiendes muy bien por qué te sientes así y no sabes de dónde puede venir esa rabia. Pues bien, a mí me pasaba cada rato.

Un día ya aburrida de esta sensación y dándome cuenta de cuánto lograba afectar mi mood y el de las personas que estuvieran conmigo, me propuse que cada vez que me sintiera así, en vez de desquitarme con rey mundo y todo el mundo, haría un esfuerzo real por tratar de entender cuál era el origen de ese sentimiento tan incómodo que, además, la mayoría de las veces me costaba mucho que se “me pasara” o se “me quitara”. Y creo que, precisamente, ahí es donde estaba el quid del asunto: pretender sencillamente que a uno se le pase o se le quite la rabia o cualquier otro sentimiento desagradable porque sí sin tratar de ir más allá profundizando, al menos un poco más, en el tema.

Después de varios años teniendo muchas peleas bobas, pero no por eso fáciles de solucionar, con mi novio –ahora esposo- por culpa de mi rabia “huérfana” me dije muy en serio: “Ya no es justo ni sano vivir así y ya no quiero seguir viviendo así”. Me animé, entonces, a tratar de buscar los motivos de mi rabia.

La verdad es que sin tener muy claro el proceso paso a paso de cómo logré descifrar las raíces de todo esto sencillamente, después de pensarlo sin tanta prevención y con algo de sinceridad, concluí que esa rabia se manifestaba cuando yo traicionaba mis principios, cuando yo traicionaba mi esencia, mis gustos y mis creencias, así fuera en cosas aparentemente pequeñas o “bobas” como escoger el sabor de un helado o de una pizza cuando tenía la oportunidad de hacerlo.

Definitivamente esta rabia “rara” aparecía cuando yo hacía lo que otros querían, independientemente del motivo que me llevara a hacerlo. A veces lo hacía para agradar, a veces para evitar enfrentamientos que, en todo caso, terminaba teniendo tarde que temprano o, a veces, porque yo no me conocía lo suficientemente bien como para poder tomar decisiones a tiempo y tranquilamente. Y, como consecuencia de todo esto, coartaba la libertad de ser yo misma, me quitaba el derecho de aceptarme con mi personalidad. Y lo más triste o, peor aún, lo más preocupante es que ni cuenta me daba de todas las cosas que hacía o decía que no eran realmente mías. Y cuando me daba cuenta, era muy tarde porque ya había peleado y llorado o, sencillamente, en silencio, me había amargado más de un día completo.

¿A qué voy con todo esto? A que creo que muchas mujeres han vivido alguna vez algo parecido -es decir, una o varias situaciones en las que se sienten que no son ellas- y pocas sacan el tiempo para enfrentarlo. Hoy en día vivimos en un día a día tan afanado, tan lleno de compromisos, eventos y tareas por hacer que en cuestión de segundos perdemos la comunicación con nosotras mismas. Empezamos a poner en nuestra lista de prioridades a nuestra familia, nuestro trabajo, nuestros amigos y a la plata que tenemos que conseguir para una y otra cosa que los espacios para estar con nosotras, que deberían ser realmente sagrados, prácticamente que no existen o dejan de existir.

Claro, muchas veces sí salimos a cine con alguien, nos vamos de rumba, vamos a la peluquería o nos tomamos una tarde para “ponernos al día” con nuestras amigas, pero muchas mujeres caemos en el error de creer que esto es suficiente tiempo para dedicarnos. Y, la verdad, es que NO es suficiente porque en estos momentos esporádicos de entretenimiento se nos olvidan las oportunidades en las que sí podríamos quedarnos un rato con nosotras mismas. Nos hacen falta esas horas en las que podemos escribir lo que se nos ocurra, hacer un plan solo para nosotras, estar tranquilas en silencio o hablar un rato con nuestra conciencia.

Y siento y creo firmemente en que es por esa falta de esos espacios sagrados que nos desconectamos de nuestra esencia como mujeres y de nuestra personalidad. Es por falta de esas horas únicas que empezamos a sentirnos como atrapadas y hasta raras, como si de alguna manera ya no tuviéramos ni idea dónde estamos ni dónde queremos estar.

La pregunta clave entonces es ¿Cómo hacemos para sacar ese tiempo que nos permita dejar de tener máscaras y que, de alguna u otra forma, sí termina dándonos la libertad que tanto necesitamos con nosotras mismas y con los demás? Puede que la respuesta no sea fácil y, obviamente, depende de cada estilo de vida y de cada historia, pero por algo se empieza.

En mi caso empecé así… dándome cuenta de que me hacían falta MIS espacios, reconociendo la rabia que me daba hacer lo que otros querían pasando por encima de mi personalidad. Y, de corazón te digo, me ha funcionado. Así que ánimo, muchas veces el primer paso es el más grande, el más difícil, pero también el más importante, y se trata tan sólo de: RECONOCER.

Por Ana

¡Date cuenta cuánto vales!

manuelita otero

mitiempopost

Cuando estaba en el colegio recuerdo que mi mamá me felicitaba y me decía que yo era muy inteligente, a lo cual yo respondía “¡no soy inteligente, sólo estudio mucho!”. Y cuando alguien me decía lo linda que era, yo sonreía y daba las gracias, pero por dentro pensaba que sólo estaban siendo amables y me preguntaba… “¿Qué ven en mí para decirme esas cosas?”. A medida que los años pasaron me di cuenta que era yo quien me estaba viendo por unos lentes diferentes. Por alguna razón sentía que no hacía nada lo suficientemente bien, que se me dificultaba recibir cumplidos y que era aún más difícil decir cosas positivas de mi misma. Pensaba “No es correcto decir que soy especial o que me veo linda. Simplemente no lo es”. 

Creo que continuamente las mujeres sentimos gran presión de todas partes. Queremos ser mamás maravillosas, esposas atractivas, amigas leales, buenas ciudadanas, mujeres saludables, hijas modelo y trabajadoras productivas, mencionando solo algunos de los papeles que ejercemos día a día. Y, muchas veces, tratando de hacerlo todo nos olvidamos de quiénes somos y de lo que realmente queremos. 

¿No te sientes a veces como un hámster en una rueda? ¿Moviéndote a la velocidad de la luz tratando de hacerlo todo, pero sintiendo que nunca llegas a ninguna parte? Continuamente hablamos de que necesitamos tomar tiempo para relajarnos o que debemos enfrentar ciertas situaciones que nos están afectando, pero nunca se llega el momento. No tomamos el tiempo para frenar la rueda, bajarnos y quedarnos quietas por un momento. Me pregunto, entonces, ¿Qué estamos esperando si finalmente nadie lo va a hacer por nosotras?

¿Queremos pasar toda nuestra vida tratando de alcanzar algo o queremos disfrutar nuestro presente? Se que la pregunta no es difícil, pero si somos honestas, sabemos que para disfrutar realmente nuestra vida primero debemos conocernos y querernos tal y como somos. ¿Alguna vez has visto a mujeres que irradian algo maravilloso y no entiendes qué es? Cuando hay otras veces que uno ve mujeres que son preciosas, están usando las mejores marcas y maquillaje, pero algo falta. La gente puede que diga que es el “it factor”, pero yo lo llamo el factor “tú”. Cuando tú sabes quién eres y cuánto vales, ¡se nota! Estás cómoda contigo misma. Y, mira, que no estoy diciendo que tú y tu vida sean perfectas, pero seguramente eres feliz y disfrutas cada momento, incluyendo las imperfecciones y las locuras del día a día. 

Es hora de cerrar las revistas con sus dietas que prometen cuerpos perfectos y tips de cómo ser más bella. Es hora de cerrar los libros con sus 10 pasos para lograr mil cosas y es hora de dejar de compararnos con fulanita y sutanita quienes parecen tenerlo todo bajo control. Es hora de tener una conversación honesta con nosotras mismas. 

Le digo a mi hija que cuando sienta que algo está frenando su creatividad y las cosas no cuadran, tome su diario y comience a escribir... haciendo una pregunta tras otra pregunta que, usualmente, llevan a más preguntas que eventualmente le podrán dar algunas respuestas. Es una forma estupenda para descubrir lo que estamos escondiendo muy dentro. 

Si quieres comenzar a sentirte más tranquila contigo misma y a ver cambios positivos en tu vida, las siguientes ideas te pueden ayudar:

Toma la decisión: ¿Realmente quieres comenzar a vivir tu vida al máximo? Una vez tomes la decisión, nada te va a frenar. Decide conocerte, escuchar a la niña en tu interior que quiere soñar en grande y hacer cosas que la hacen feliz. Decide quererte, toda tú. Con imperfecciones y todo. 

Trátate bien: ¿Le hablarías a tus amigas cómo a veces te hablas a ti misma? Se amable, se paciente, se buena contigo misma. No eres perfecta, ni tampoco yo, ¡nadie lo es! No te dejes engañar por la tecnología que produce fotos donde todo parece perfecto, y no creas que todo el mundo vive en casas cuidadosamente decoradas donde todo el mundo está siempre sonriendo. Eso es sólo publicidad vendiendo un sueño. Tratar de ser lo mejor que podamos ser es mucho más divertido y motivante que estar tratando de alcanzar algo imposible. Revisa tus estándares, ¿son realistas? ¿Estás siendo justa contigo misma?

Deja de quejarte y haz algo: A veces esperamos que las cosas cambien, pero seguimos haciendo lo mismo. ¿Cómo se supone que nuestra actitud va a mejorar si el único rato que tenemos para nosotras mismas lo pasamos con un grupo de amigas quejándonos de nuestros hijos, de lo mucho que tenemos que hacer y criticando a los vecinos? ¿Cómo me ayuda eso a ser una mejor persona?

Me encanta este consejo del libro Savor de Thich Nhat Hanh and Dr. Lilian Cheung “No esperes simplemente a que tus sentimientos negativos se vayan, quejándote no cambias tu vida, cambia tu pensamiento y elimina las limitaciones que te has puesto.”

Conocernos es un emocionante proceso que cambiará cómo vemos todo a nuestro alrededor. Somos mujeres maravillosas, interesantes, preciosas... Llenas de sueños y talentos. Es hora de decidir el rumbo que queremos para nuestra vida. 

Por Manuelita