contact us

Use the form on the right to contact us.

You can edit the text in this area, and change where the contact form on the right submits to, by entering edit mode using the modes on the bottom right.

         

123 Street Avenue, City Town, 99999

(123) 555-6789

email@address.com

 

You can set your address, phone number, email and site description in the settings tab.
Link to read me page with more information.

Darme mi lugar

¡Que la próxima persona que sorprendas seas tú!

manuelita otero

015M17_MG.JPG

¿Alguna vez has comprado esas pequeñas sorpresas que que son muy típicas de las ferias de pueblo? Sí, esas que tienen papeles de colores llamativos, que suelen ser pequeñas, económicas y que contienen cosas sencillas como llaveros o dulces. 

Cuando mi esposo y yo éramos novios visitábamos una tienda de accesorios -que aunque no estaba en una feria sino en un centro comercial-, siempre tenía un tarro de vidrio con sorpresas al lado de la caja. Yo amaba la experiencia de llegar a la caja a pagar sólo para darme el gusto de comprarme una sorpresa justo en el último momento y aún recuerdo mi cara de ponqué acompañada de un tris de nervios por saber qué me iba a salir. De hecho, muchísimas veces entré sólo por el placer de comprarme una “sorpresita”, así no necesitara entrar a hacer nada más. A veces me salían cosas bonitas, a veces me salían aretes y pulseras horribles, pero era tan emocionante destapar la sorpresa, que valía la pena hacerlo.

En esta época de cuarentena que estamos viviendo en Bogotá desde hace más de 10 días, he pensado mucho en mi casa, en lo que tiene, en lo que creo que le hace falta en cuanto a muebles, decoración y arreglos; en qué cambios necesito hacer cuando se pueda y en cómo quiero que sea mi próximo espacio. Pero en medio de todo esto, definitivamente en lo que más he pensado es en cómo quiero llenar mi casa de sorpresas estilo feria o de pequeños tesoros escondidos cuando todo esto acabe o si quiera se normalice un poco. 

He caído en cuenta del valor gigante que tiene tener cosas “escondidas” o “guardadas” o “sin usar por un buen tiempo” que nos puedan sorprender y entretener cuando menos lo esperemos, y tal vez, más lo necesitemos. ¿Qué tal ingredientes diferentes a los que siempre usamos para tortas o cupcakes? ¿Qué tal un libro sorpresa sin abrir? (En Bogotá hay librerías que tienen libros a muy buen precio que compras a ciegas) ¿O qué tal libretas lindas sin usar guardadas por ahí porque sí? ¿Qué tal cosas de papelería raras para hacer tarjetas? ¿Qué tal aretes o maquillaje sin usar? Mejor aún, ¿qué tal si volvemos un hábito familiar el esconder cada que podamos pequeños tesoros y sorpresas que nos puedan sacar de la rutina? No se trata de desperdiciar, ni de comprar por comprar; se trata de que nuestra casa también se convierta en ese tipo de lugares que nos pueden sorprender. 

Creo que para muchos ha sido inevitable agradecer con más sinceridad el lugar que tenemos para dormir, descansar, trabajar, comer, jugar o hacer ejercicio en medio de este aislamiento social. Creo que muchos hemos redescubierto espacios, hemos arreglado y desarreglado rincones y hemos optado finalmente por reconciliarnos con los defectos o las incomodidades que nuestro hogar pueda tener. Y, en medio de todo este sentimiento colectivo de gratitud, estoy segura de que, sin necesidad de ser costosas, estas sorpresas coquetas en nuestras casas, en tiempos difíciles como los que estamos viviendo, nos sacarían a los adultos una sonrisa genuina de niños. Además, serían un increíble salvavidas para papás y mamás que tenemos que pasar con nuestros hijos épocas de encierro obligado. 

Tengo una chiquita de 8 años que gracias a Dios todavía se sorprende con cosas sencillas. La semana pasada, en medio de esto tan duro que estamos enfrentando, la sorprendí con una mezcla para preparar brownies que ella no sabía que estaba en la alacena. Nunca olvidaré cómo desde el fondo de su alma dijo: “mami te amo, eres la mejor”. De verdad, fue casi como si le hubiera regalado el último juguete de moda o la tablet que tanto quiere. 

Claro, no sobra mencionar que como ahorita no es que podamos salir mucho por cosas nuevas, sí podemos esculcar nuestras alacenas, nuestros garajes, nuestros closets, nuestros cajones, nuestras bibliotecas y mirarlos con otros ojos para ver con qué sorpresota nos podemos encontrar y, por supuesto, distraer. O, lo mejor, podemos alegrarle el día a uno de los nuestros.

Ana