contact us

Use the form on the right to contact us.

You can edit the text in this area, and change where the contact form on the right submits to, by entering edit mode using the modes on the bottom right.

         

123 Street Avenue, City Town, 99999

(123) 555-6789

email@address.com

 

You can set your address, phone number, email and site description in the settings tab.
Link to read me page with more information.

Family and Friends

¿Estás tomando en serio los talentos de tus hijos?

manuelita otero

¿Te gustaría que tus hijos trabajaran en algo que disfruten de verdad cuando estén grandes? ¿No te parecería genial que cada mañana fueran felices a su trabajo porque están dedicando su tiempo a hacer lo que de verdad les gusta? 

Amar lo que hacemos es algo maravilloso y se lo podemos enseñar a nuestros hijos desde pequeños porque podemos ayudarles a reconocer sus fortalezas y los podemos guiar para que las aprovechen. Sin embargo, a veces no tomamos en serio sus talentos y fortalezas. Incluso, a veces les aconsejamos que inviertan su tiempo en otra cosa, en algo que los “beneficie” en el futuro. Al hacer esto podríamos estar impidiendo que descubran lo que aman y en lo que son buenos, solo por tratar de encajar en lo que la sociedad ha definido como “buenas” aptitudes para tener un “buen” trabajo.

Cuando terminé mi bachillerato y estaba tratando de definir qué estudiar, recuerdo que no conocía mis fortalezas y por esta razón escogí como carrera Economía Internacional. No me arrepiento porque he aprendido cosas interesantes y la educación que he recibido me ha abierto muchas puertas, pero realmente no me gustan las matemáticas. No me gustan los números, no me llevo bien con ellos y, además, no se me facilitan así que para poder sobresalir en mi carrera tuve que dedicar muchísimas horas a entender algo que no me gustaba lo que fue muy difícil para mí. ¿Por qué no escogí otra carrera? De pronto una en la que no me molestara trabajar duro en algo que disfrutara. Honestamente no me conocía lo suficientemente bien y quería que mis papás estuvieran orgullosos de mí. 

Esta fue una gran lección para mi vida: Por eso ahora soy la primera en apoyar a mis hijos en las carreras que están escogiendo que son algo supuestamente “fuera de lo común”. Mi hija quiere ser actriz, cantante y empresaria. Mi hijo sueña con ser un tenista profesional.  Veo sus talentos y su esfuerzo tratando de lograr algo grande en lo que de verdad les apasiona. Soy su fan más grande, hago lo que está en mis manos como mamá y como guía para que ellos alcancen sus sueños aprovechando sus fortalezas. ¿Serán ricos y famosos? No sé y realmente no importa mucho, con tal de que disfruten su trabajo. Obvio, deben ser realistas y tener ideas claras para cubrir sus gastos y hacer dinero, pero quiero que sean creativos y que encuentren formas para lograrlo utilizando los talentos que han recibido.  

Como padres, podemos conocer a nuestros hijos mejor que nadie y por eso somos los primeros que podemos ayudarles a descubrir sus fortalezas. Aquí van algunas ideas para hacerlo:  

-Escucha a tu hijo. Escucha su emoción mientras discute ciertos temas y comparte las cosas que ha hecho.

-Graba momentos especiales en los que notas sus fortalezas en acción. Les gustará poder verse cuando sean más grandes y de pronto haya imágenes que les ayuden a tomar decisiones. 

-No ataques sus ideas, no importa lo difícil que sea lograrlas. Escúchalos y apóyalos en lo que sea posible.  

-Déjalos ser niños. Muchas veces nuestra mente de adultos frena a nuestros hijos y no dejamos volar su imaginación.

-Anima a que piensen de forma creativa. Invita a tus hijos a que participen en cosas diferentes desde pequeños para que así puedan descubrir sus talentos.

Disfruta los talentos de tus hijos y se parte activa de su mundo. Aunque no nos demos cuenta, nuestros hijos, sin importar su edad, quieren que sus papás estén orgullosos de ellos, así que quédate a su lado a medida que viajan por la vida ayudándolos a desarrollar sus talentos, disfrutando todo lo bueno de las personas que son y compartiendo lo que han recibido.

Por Manuelita

Que la vida no se nos vaya siendo una copia

manuelita otero

Como no hay personas perfectas, tampoco hay familias perfectas. Como sí hay personas únicas, también hay familias únicas. Y así algunas veces lo ignoremos, ahí radica gran parte de la gracia de la vida: en la diversidad, en la diferencia, en la autenticidad… no en la lejana perfección o la aburrida copia.

¿No te ha pasado alguna vez que cuando visitas una casa o sales por un buen rato con una familia y la conoces de cerca descubres características especiales y únicas que son difíciles de describir?  No me refiero a lograr poner un adjetivo o etiqueta a la ligera para lograr describirlas, porque eso sí que es fácil: “Ay, es que los Pérez son muy raros”; “los Molano, alegres”; “los Pinzón, muy cansones”; y así sucesivamente, como si cada persona de la familia cupiera en la misma palabra. Me refiero a poder describir con precisión qué es lo que hace a una familia que sea esa familia y no otra.

Esas descripciones son muy difíciles de hacer y toman tiempo, porque no dudo que parte de esa autenticidad familiar sólo se logra poco a poco y paso a paso. Es decir, se va construyendo.

Yo soy de las que sueña con darle “alas” -así suene a frase de cajón- a esa agradable sensación de sentirnos auténticos, únicos e importantes en el mundo. Y como buen sueño que se respete, termina por quitarme el sueño. Así que me puse en la tarea de tratar de pensar y encontrar qué es eso que pueda hacer sentir libre a cada persona de mi familia para que no pierda su autenticidad y no se le vaya la vida tratando de ser una copia de alguien, o tratando todo el tiempo de agradar; porque la verdad es que tanto en el ámbito personal como en el familiar es muy fácil caer en la trampa de querer imitar e imitar innumerables veces los logros, los sueños y los estilos de otros.

Gracias a la experiencia y al instinto, finalmente encontré una de las claves que en mi familia encaja muy bien a la hora de no cortarnos las alas para poder volar con autenticidad: el hecho de entender que todos somos un proceso único y diferente, y que no podemos esperar hasta el final de la vida de cada quien para aplaudir, disfrutar y valorar sólo el resultado final. No. En nuestro caso el quid del asunto radica en entender que en el “paso a paso” de cada uno habrá algunos pasos mejores que otros. También habrá pasos errados de los que uno no querrá ni acordarse; más importante aún, habrá otros que serán pequeños, pero no por eso menos valiosos. ¿Qué tanto más podría uno gozarse la vida si disfruta los pequeños avances… los propios y los ajenos?

En nuestro caso esto de verdad nos parece hasta mágico: elogiar cada logro, cada progreso. Es la forma que encontramos de no destruir nuestra autenticidad ni nuestra familia y de no obsesionarnos con la comparación hasta el triste punto de llevarla al hábito, porque cuando entendemos que tenemos nuestro propio ritmo, ¿qué importa el ritmo al que vayan los demás?

Puede que nunca logre describir a mi familia con las palabras ni las frases precisas, pero si logro gozarme la vida con ellos paso a paso, estoy segura que no me iré de este mundo sin saborear una buena parte de la felicidad.

Por Ana

 

Para dar no tienes que ir lejos

manuelita otero

056A_HUM.jpg

Gran parte de los mejores recuerdos que tenemos de viajar en familia no están relacionados con los lugares que visitamos, las cosas que hicimos o los hoteles en los que nos quedamos. Los mejores recuerdos están relacionados con el hecho de dar.

Dar durante unas vacaciones es todo un proceso: primero, hay que hacer los contactos para visitar orfanatos, hospitales, iglesias o cárceles. Después, hay que comprar o organizar en familia las cosas para llevar - es muy emocionante ver la alegría de tus hijos mientras hacen collares o tarjetas, empacan dulces o regalitos- y, por último, hay que organizar toda la logística una vez llegas a tu lugar de destino: el horario, el transporte, entre otras cosas.

Compartir un partido de fútbol con niños en un orfanato, leer cuentos con niños enfermos o simplemente compartir una sonrisa y una comida con alguien que realmente lo necesita, son algunas de las tantas cosas que podemos hacer. Dar durante los viajes no tiene precio y fácilmente se convierte en la parte favorita de las vacaciones.

Hay algo poderoso al dar. Hay tanta alegría cuando logramos que alguien sonría y cuando podemos ayudarle a personas que lo necesitan. ¿Significa esto que para poder dar necesitamos viajar a lugares exóticos y lejanos o ir en misiones especiales? Yo creo que muy dentro sabemos que para dar lo único que tenemos que hacer es abrir nuestro corazón y estar dispuestos. Una vez hacemos esto comenzamos a ver oportunidades en nuestro vecindario, nuestra ciudad, en el colegio de nuestros hijos y en nuestro lugar de trabajo.

Lo mejor es que para empezar no tenemos que ir muy lejos pues dar comienza en casa. Ahí es donde se establece un ambiente en el cual podemos dar mucho, pero también podemos recibir mucho. Como mamá puedo decir que muchas veces le mostramos a nuestros hijos que nosotras, mamás, damos constantemente, pero se nos olvida enseñarles que ellos también necesitan dar, y no solo a nosotros, sino a todos en casa. Muchas veces, sin darnos cuenta, le estamos enseñando a nuestros hijos que para que ellos den tienen que recibir, creándoles así una idea errónea de que son dueños del derecho de recibir sin hacer su parte. En algunos casos muchos niños no hacen nada en la casa, a menos de que se les dé algo a cambio cuando lo sano es que en una familia todos estén pendientes de las necesidades de los otros sin esperar recompensas por ello.

Mientras más damos, más fácil se vuelve el proceso de dar. Así que aquí hay una lista de ideas para hacerlo. Añade otras cosas y notarás cómo dar se convierte en una parte esencial de tu vida:

  • Da cumplidos honestos. ¿A quién no le gusta escuchar algo positivo? Te sorprenderá lo fácil que es hacer que alguien sonría.
  • Da ánimo en diferentes formas: notas, mensajes de texto, mails o tarjetas.
  • Da tiempo a alguna organización que trabaje en una causa en la que tú creas
  • Da amabilidad: saluda a extraños, da las gracias y sonríe a quienes te ofrecen un servicio.
  • Da amor a aquellos cercanos a ti. Se creativa. Hacer pequeñas sorpresas no toma mucho tiempo ni dinero.
  • Da a tu familia un descanso de la rutina y planea algo inesperado.
  • Da tu completa atención cuando hables o escuches a alguien.
  • Da detalles a quienes añaden valor a tu vida: galletas a la persona que te colabora en tu casa, un postre a los entrenadores de tus hijos o una nota a alguien que te ayudó de manera especial.
  • Da comida a una organización que esté ayudando a erradicar hambre en tu ciudad.
  • Da  tu tiempo para cuidar a los niños de una pareja que necesita salir sola.
  • Da el regalo de escuchar sin juzgar a alguien que esté en problemas.
  • Date un descanso y haz algo que te guste cada día.
  • Da experiencias, abre tu hogar a familia y amigos. Comparte risas, palabras y buena comida.

Cultivar un ambiente de dar toma tiempo y práctica, pero los efectos en tu familia y en nuestra sociedad harán que el reto valga la pena, terminan convirtiéndose en parte del legado que deseamos dejar.

 Por Manuelita

 

 

 

Del pasado, tú decides qué se queda y qué se va

manuelita otero

La vida es el resultado de experiencias y recuerdos que acumulamos a medida que pasan los días. Muchos de estos recuerdos son de nuestra infancia y aunque no conozcamos por completo su origen, el impacto -ya sea negativo o positivo- a veces dura toda una vida.

La mayoría de nuestros primeros recuerdos son con las personas más cercanas, usualmente nuestra familia. A veces una palabra positiva puede sembrar el deseo de salir adelante en un niño. Así mismo, una palabra negativa puede quedar grabada en su mente creando barreras y baja autoestima. Aunque no podemos cambiar lo que nos pasó cuando éramos pequeños, sí podemos hacer algo sobre lo que estamos sintiendo ahora. Podemos construir sobre lo positivo y dejar ir lo negativo.

¿Alguna vez te has puesto a pensar cómo tus recuerdos del pasado afectan tu día a día? Aunque solo veas una vez al año a ese familiar que te hirió u ofendió cuando eras pequeña y trates de ignorar sus comentarios para evitar confrontaciones, lo más probable es que te esté afectando. Debemos enfrentar situaciones difíciles porque cualquier cosa que dejemos de resolver aparecerá cuando menos lo esperamos. Y mientras más rápido, mejor. Acaso, ¿quién quiere caminar por la vida cargando peso innecesario que afecte sus relaciones personales?

Las siguientes son ideas que pueden ayudarnos a dejar a un lado esos sentimientos pesados que nos están robando paz y alegría:

- Disfruta el silencio: A veces nos mantenemos ocupados a propósito para que no tener tiempo en silencio y así evitamos pensar con calma en situaciones que nos duelen o molestan, pero tomando tiempo para analizar lo que nos está pasando no solo es importante sino necesario. ¿Cómo podemos arreglar algo si no sabemos lo que hay que arreglar? Toma tiempo para escribir lo que estás pensando. Este es el primer paso hacia la limpieza interna.

- Se honesta: Enfrentar recuerdos difíciles es complicado y doloroso, por eso muchas veces las personas preferimos hacer de todo menos eso. Cuando finalmente aceptamos que no somos perfectas y que nadie lo es podemos eliminar las barreras que hemos creado para fingir que tenemos todo bajo control. En ese momento es cuando comenzamos a ser honestas con nosotras mismas y con los demás.

- Evita el juego de la culpa: Culpar a alguien por nuestros problemas no va a hacer que las cosas mejoren, solo mantiene sentimientos muy pesados y no permite sanación real. Cuando alguien nos hiere profundamente nuestra reacción inicial es culparlos y hacerles sentir el mismo dolor, pero ese sentimiento de “justicia” no dura mucho. La sanación real ocurre cuando perdonamos, dejamos ir nuestra rabia y tomamos control de nuestra vida.

- Deja ir: De ser posible, es importante enfrentar a las personas que nos hirieron en el pasado dejándoles saber la forma como eso nos afecta. Esto sólo se puede hacer en el momento adecuado cuando ya hemos enfrentado los problemas internamente, así podemos hablar tranquilas para cerrar ese ciclo y poder seguir adelante. El pasado se va si lo dejamos ir. Aún tenemos el presente y nuestro futuro así que muchas veces no queremos dejar que el pasado se atraviese.  

- Paso a paso: Se paciente y dejar ir los sentimientos pesados poco a poco. Esto toma tiempo así que no esperemos desempacar todo lo innecesario de nuestra vida en unos pocos días. Será más fácil deshacernos de algunas cosas que de otras, pero enfrentándolas y definiendo estrategias que finalmente nos ayuden a salir de ellas es un paso gigante en la dirección correcta.

En todo este proceso, la verdad es que ayuda mucho recordar que nadie es perfecto, y que hay  personas nos hieren porque han sido heridas. Situaciones del pasado no tiene que definir nuestro futuro. Nosotras decidimos qué se queda y qué se va.

 Por Manuelita

 

 

 

¿Quieres hijos que disfruten el presente?

manuelita otero

Recuerdo nuestras mañanas. Usualmente, cuando mis hijos estaban más pequeños, me levantaba más tarde de lo planeado pues me había acostado mucho más tarde de lo que quería. Entonces al darme cuenta de la hora saltaba de la cama y comenzaba a gritar para despertar a todo el mundo. Apuraba a mis hijos diciéndoles que hicieran diez cosas a la vez para que no perdieran el bus. Después de despertarlos de esa forma, ellos se ponían de un genio terrible y el ambiente para desayunar se ponía de verdad muy tenso porque tenían que hacerlo a las carreras, y yo no tenía ni un segundo para sentarme con ellos a acompañarlos pues tenía que alistar los almuerzos de llevar y, de paso, me ponía a lavar los platos.

Muchas veces ya habíamos discutido o estábamos en medio de una discusión mientras corríamos hacia el bus. Ya estando mis hijos en el bus, me sentía culpable por la forma como había salido todo y deseaba que todo hubiera sido diferente, pero al otro día repetíamos la misma historia.  Las cosas son diferentes ahora.  Nos sentamos a desayunar juntos y hablamos sobre los planes del día -vivimos el momento-. Ayuda mucho el hecho de que mis hijos estén estudiando on line porque no hay prisa para tomar el bus, pero más que eso, en realidad es que mi actitud ha cambiado. Un día observé con detenimiento lo rápido que mis hijos estaban creciendo y como pronto saldrían de la casa y comenzarían una nueva etapa en sus vidas. Entonces, caí en cuenta de que no quería perder la oportunidad de compartir este momento con ellos, así que decidí que no iba a dejar que las carreras de la vida me impidieran de disfrutar el presente con mis hijos.

Escuchamos bellas frases sobre vivir el momento y apreciar lo que tenemos y muchas veces estamos de acuerdo y hasta nos gustaría ponerlas en práctica en nuestra vida, pero luego debemos enfrentar la realidad y esos dichos parecen muy lejanos. Todo esto me pone a pensar en una frase que escuché varias veces en mis clases de economía: “ceteris paribus” que significa “permaneciendo el resto constante” y en la vida nunca las variables o cosas que determinan una situación se mantienen constantes o de la misma manera. Hay factores que sencillamente afectan nuestros planes y los echan por la ventana y, así, se hace difícil poner en práctica esas frases para tener una vida “perfecta”.

¿De qué vale que le diga a mis hijos que vivan el presente, si yo estoy haciendo de ese presente una experiencia difícil y si además me ven preocupada por el mañana cuando el día apenas está comenzando?… ¿Si ven que no puedo ni siquiera sentarme a ver una película porque tengo que doblar ropa?

Para enseñarle a nuestros hijos a disfrutar el momento necesitamos mostrarles cómo hacerlo.  Es importante enseñarles que no siempre tienen que estar ocupados. Además, necesitamos tener cuidado de que las pequeñas distracciones del día a día no nos roben los recuerdos más importantes con ellos, pero ¿cómo hacemos todo esto? Las acciones hablan más fuerte que las palabras y, como padres, todas nuestras acciones están siendo observadas constantemente. Nuestros hijos están aprendiendo de lo que nos ven hacer... ¿Los estamos escuchando a medias mientras revisamos el mail o nuestras redes sociales? ¿Los dejamos hablando solos para contestar un mensaje de texto? Si queremos que nuestros hijos nos presten atención, debemos prestarles atención. Dejemos verles que estamos viviendo en el momento, en el presente. Aun desde muy temprana edad, los niños saben cuándo nosotros estamos conectados emocionalmente con ellos.

Aquí hay unas ideas para enseñarle a tus hijos a vivir y disfrutar el momento:

Diles una cosa a la vez: Yo no sé si todas las mamás hacen esto, pero muchas veces yo les digo a mis hijos que hagan cinco cosas a la vez y, la verdad, a ellos eso no les gusta. Ahora que son mayores les digo que cuando yo caiga en ese error, ellos me ayuden haciéndome caer en cuenta. Ellos me dicen: “solo podemos hacer una cosa a la vez” -y  no lo dicen de mala forma- sencillamente es la verdad.  Continúo pensando que puedo hacer muchas cosas a la vez y antes me sentía orgullosa de esta habilidad, pero ahora me he dado cuenta que después de todo eso no es tan bueno.

Acepta no saber: Hacer planes es necesario, importante y divertido. Tener objetivos nos da dirección y motivación. Necesitamos cronogramas y horarios para hacer nuestros sueños realidad, pero a veces nos preocupamos demasiado sobre el futuro. A veces queremos controlar todo y tener certezas, pero cuando nos damos cuenta que no hay mucho que podamos controlar encontramos libertad y fluidez. Necesitamos enseñarle a nuestros hijos que los planes sí son maravillosas guías, pero no camisas de fuerza. Es bueno que los niños aprendan que no siempre van a obtener lo que quieren y que no por eso deben desanimarse, pues si trabajan fuertemente y dan lo mejor de sí mismos, buenas cosas sucederán en algún momento; incluso mejores de lo que habían planeado. Así que sé flexible y deja que la espontaneidad sea parte de tu vida. Deja un espacio para cambios de última hora y aprende a sentirte bien con no saber a veces qué va a pasar y a qué horas va a pasar.

Define áreas y momentos libres de tecnología: La tecnología es maravillosa y poder estar conectados es un gran beneficio, pero también es necesario tomar tiempo para desconectarnos. Para que nuestros hijos aprendan a vivir en el momento, necesitan dejar a un lado la tecnología, así se pueden enfocar en lo que los rodea en vez de estar solo mirando las pantallas de sus aparatos electrónicos. En su libro “The Big Disconnect”, Catherine Steiner-Adair explica el impacto negativo que nuestra dependencia de la tecnología está teniendo en el desarrollo de nuestros hijos: “Mientras padres e hijos están disfrutando de tener acceso constante a todo y a todo el mundo en internet, están sufriendo por mantener una conexión real con cada persona en sus propias casas.” Es triste pensar como los aparatos electrónicos están interfiriendo tanto en la forma en como los niños aprenden a relacionarse con sus familiares, lo que seguramente afectará sus relaciones futuras.

Haz lo que te gusta hacer:  En su libro Daring to be Yourself Alexandra Stoddard afirma que “No vivimos nuestras vidas de año en año o de mes en mes; vivimos de momento en momento”. Eso es lo que se queda en nuestra mente: los momentos especiales. Esos momentos son los que les estamos dejando a nuestros hijos. Deja que tus hijos te vean haciendo lo que te gusta hacer e invítalos a que te acompañen o a que ellos hagan lo que les gusta hacer. Entrena tus sentidos para simplemente ser, escuchar, oler, apreciar el cielo, las flores, los árboles. Camina más, explora más, saborea más. Vive a un paso lento en medio de la prisa.

La mayoría de nosotros tenemos vidas agitadas, créanme yo lo sé.  En nuestra familia tenemos tantas cosas sucediendo a la vez, y sé que muchas personas nos ven y piensan que tenemos una vida  demasiado ocupada. Y sí, puede parecer un poco caótica, pero en medio de esas carreras encontramos tiempo para hacer lo que vale la pena. Siempre nos reunimos como familia, nos sentamos a comer y compartir nuestras comidas para reírnos y hablar un rato. De alguna forma, encontramos nuestra propia manera de disfrutar nuestro ahora.

Todos somos diferentes. Te pueden dar ideas, pero nadie te puede decir exactamente cómo disfrutar tu presente o cómo enseñarle a tus hijos a hacerlo. Busca tu forma, habla con tu familia y juntos decidan cómo van a vivir el momento. No dejes que la vida se convierta en una lista agobiante de cosas por hacer, deja que sea una celebración y una celebración merece tiempo para disfrutarla.

Por Manuelita

 

¿La fórmula perfecta para criar hijos?

manuelita otero

Como padres queremos que nuestros hijos sean felices. El problema es que a veces creemos que siempre sabemos lo que los hará felices y terminamos imponiendo nuestras ideas, nuestros puntos de vista, creencias y sueños en nuestros niños.

¿Alguna vez has hecho algo para satisfacer a tus padres? ¿Realmente quieres que tus hijos hagan cosas solo para que estés feliz o para buscar tu aprobación? o ¿Quieres que sean libres para ser ellos mismos y persigan sus propios sueños?

Hay una línea muy delgada cuando se trata de ser padres. Necesitamos guiar a nuestros hijos, animarlos a tomar buenas decisiones, ayudarlos a que enfrenten dificultades para que aprendan y crezcan. Y, al mismo tiempo, necesitamos darles la libertad para tomar sus propias decisiones sin depender de la aprobación de otros, incluyendo la nuestra.

Criar niños fuertes es una tarea de toda la vida.  No podemos comenzar a enseñarle a nuestros hijos a que sean responsables por sus acciones cuando sean unos jóvenes; hay que comenzar en el momento en el que nacen porque todo lo que escuchan, experimentan y ven va a  moldearlos y afectará su futuro.

Tenemos un gran impacto en nuestros hijos y este debería ser positivo. Eso no significa que siempre vamos a hacer las cosas bien. Ser padre es una de las labores más difíciles que haremos en nuestra vida. No podemos compararnos con nuestros amigos o con las familias perfectas que vemos en televisión. Necesitamos conocer a nuestra familia, a cada miembro de ella y así poder crear nuestro propio estilo familiar, donde cada uno pueda ser libre para ser sí mismo. 

Nadie tiene la fórmula secreta para criar hijos. No ha sido definida porque sencillamente cambia a medida que nuestros hijos crecen y se desarrolla a medida que maduramos. Es un proceso continuo, un proceso precioso.

Cuando un niño tiene un fuerte sentido de amor propio, él o ella estará listo para enfrentar presión, bullying, crítica, rechazo o cualquier reto que los padres desearíamos que nunca tuvieran que afrontar. No solo sobrevivirá entre las dificultades, sino que crecerá y prosperará. No siempre vamos a estar presentes para proteger a nuestros hijos, por lo tanto debemos prepararlos para que lo hagan por su propia cuenta.

Entonces, ¿cómo podemos enseñarles a nuestros hijos a que se sientan libres para ser quienes realmente son?

- Ejemplo: El ejemplo puede poner un poco de presión sobre nosotros, pero no hay forma de evitarlo. Nuestros hijos ven todo lo que hacemos, escuchan todo lo que decimos y nos conocen mejor de lo que nos imaginamos. Lo quieran o no, nuestros hijos muchas veces terminan imitando lo que hacemos.  ¿De qué nos sirve decirles a nuestros hijos que amen lo que hacen si nos escuchan quejarnos diariamente de nuestro trabajo?  ¿De qué nos sirve enseñarles a que no juzguen, pero criticamos a cualquier persona que parece “diferente”?

- Experiencias: Mi hijo trató varios deportes antes de descubrir su amor por el tenis. Eso significó largas horas manejando para llevarlo a un lado y al otro, esperando y claro una inversión financiera, pero valió la pena porque encontró su pasión. Mi hija, por su parte, siempre supo que quería actuar, y las experiencias en la vida le han dado un punto de vista más amplio, una perspectiva diferente que puede transmitir en los personajes que interpreta.  

Todos necesitamos experiencias en la vida, necesitamos romper la rutina, tratar cosas nuevas, los niños se benefician de estar expuestos a diferentes situaciones. Todos necesitamos viajar lejos o cerca, explorar la ciudad, visitar museos u otros lugares culturales, ir al teatro, visitar a familiares y conversar con ellos. Enséñales a tus hijos a buscar lo que los apasiona y, una vez lo encuentren, a dedicarse con disciplina y alegría.

- Consejo: Como padres, ¿por qué establecemos reglas en la casa? Para guiar a nuestros hijos, para protegerlos y para enseñarles. Las reglas no son malas, pero a veces las presentamos en una forma negativa. Más que una lista de reglas, los niños necesitan consejo y procedimientos para que los recuerden más tarde cuando las situaciones se presenten. Los límites son necesarios y deben ser respetados. Las normas son las base para que luego nuestros hijos tomen sus propias decisiones sin necesidad de que alguien esté siempre encima de ellos. No hay necesidad de tener una pelea por el poder en el hogar. Debe ser muy claro que los padres son la autoridad y las guías establecidas se deben ver en forma positiva para que añadan al desarrollo de nuestros hijos. Siempre habrá forma para burlar las reglas, pero el buen consejo siempre se recuerda.  

- Amor incondicional: Decirle a nuestros hijos que los queremos sin importar lo que suceda es poderoso. Ellos necesitan escuchar esto a menudo para que sepan que no basamos nuestro amor en su éxito, sus notas, sus logros o en lo que hagan. Los niños necesitan saber que son amados aún cuando se equivocan.  Nuestros hijos quieren que nos sintamos orgullosos de ellos, por eso esconden las cosas negativas que han hecho, pero si sienten que pueden venir a nosotros con confianza, de una situación negativa pueden resultar muchas cosas positivas.

Nuestros hijos crecen rápido y el tiempo que están en nuestro hogar, que es cuando podemos tener una mayor influencia sobre ellos, se pasa velozmente. Así que necesitamos aprovecharlo. No podemos aislar a nuestros hijos de la realidad de la vida, deben verla con nosotros para que cuando salgan por su propia cuenta la puedan enfrentar sin estresarse, sabiendo que pueden hacer un impacto positivo en el mundo siendo quienes son y disfrutando cada minuto.

Por: Manuelita

Querernos Más, Cansarnos Menos

manuelita otero

“Aunque seamos esposas y madres seguimos siendo mujeres”*

¿En qué momento tantas mujeres que conozco dejaron de cuidarse, consentirse y descansar como lo merecen? Esta es una pregunta que me ha dado vueltas y más vueltas en la cabeza en los últimos dos o tres años.

Tal vez, la razón de que esté pensando mucho en este tema es porque estoy en ese preciso momento de la vida en el que la mayoría de mis amigas, mujeres muy lindas y valiosas -valga la pena la anotación-, están empezando a cambiar sus prioridades porque sencillamente están cambiando su ritmo de vida. Decidieron irse a vivir con alguien, tener hijos o casarse -en cualquiera de estos casos- con la idea de empezar una nueva familia. 

Con este cambio de vida empecé a recibir no muchas sino muchísimas invitaciones a despedidas de solteras, matrimonios, onces, baby showers y piñatas. Y me siento muy feliz cuando aparece uno de estos eventos en el panorama porque inmediatamente se convierte en una de esas pocas oportunidades que tendré en el año para compartir, “echar chisme” y reírme con las que hasta hace unos pocos meses eran casi como mi sombra; es decir, mis amigas inseparables del alma.

Más allá del éxito de la convocatoria de cada una de estas reuniones, debo admitir que, en medio del ajetreo que cada una tiene como anfitriona de su celebración yo, personalmente, las veo hermosas, lindas, radiantes, alegres y seguras, pero también debo confesar que hay un momento en el que parecen desplomarse de cansancio casi como si se estuvieran arrepintiendo de haber organizado esto o aquello o, como si, de alguna manera, se estuvieran arrepintiendo de llevar la nueva vida que llevan. Y ahí, entre lo uno y lo otro, hay una línea delgada que es precisamente eso: una línea delgada en la que pareciera que la realidad del corre-corre del día a día que hay detrás de muchas de esas vidas le gana a la alegría de ver a las personas que quieren y al entusiasmo. 

Pero, ¿de qué realidad hablo? de la que finalmente nos terminamos contando por mensajes cortos de texto en medio de nuestras carreras, por correos electrónicos que parecen hasta terapéuticos, en almuerzos que finalmente logramos cuadrar después de “miles” de intentos y en llamadas en las que decidimos ignorar nuestro plan de minutos así, mientras hablamos, estemos preparando algo de comer, leyendo algo del trabajo, viendo un vestido de novia o haciendo una tarea de kinder. Y, la verdad, es que esa realidad que por fin nos logramos contar, la mayoría de las veces, está llena de estrés por exceso de tareas y metas por cumplir y de cansancio, preocupaciones y angustia por “falta de tiempo” para hacer una cosa o la otra. Puede que algunas de estas preocupaciones en algunos casos no sean realmente graves, pero al fin y al cabo son preocupaciones que, como cualquiera de su especie, quitan energía, roban sueño y entristecen un poco el alma. 

Cuando noto todo ese cansancio es cuando no puedo evitar preguntarme ¿En qué momento fue que tantas mujeres dejamos que cosas que no deberían preocuparnos tanto, como un mercado que se puede postergar o una diligencia que no es vital nos preocupen al punto de hacernos sentir cansadas y estresadas frecuentemente, al punto de que olvidemos hacer lo que de verdad nos gusta? ¿En qué momento fue que permitimos que el rush normal de tener una nueva familia nos invada más de la cuenta?... porque sí la verdad es que muchas veces nos invade más de la cuenta… invade nuestro tiempo, nuestros sueños y hasta nuestra esencia y forma de ser. Y, claro, no es que sea culpa de nuestra nueva familia porque al final del cuento las únicas dueñas de nuestro tiempo somos nosotras mismas.

Creo que no se trata entonces de desconocer todas las cosas bonitas y alegrías que puede traer esta nueva vida familiar, pero mucho menos se puede tratar de resignarnos a vivir cansadas por pretender, muchas veces, hacerlo todo, controlarlo todo y tratar de tener una familia casi perfecta; así ni cuenta nos demos de que eso es lo que estamos haciendo.

Como somos nosotras mismas las que podemos organizar nuestro tiempo, entonces también somos nosotras mismas las que podemos tomar la decisión de querernos, consentirnos y cuidarnos antes de querer, consentir y cuidar a los demás. Sólo así se logra el equilibrio. Sólo así logramos valorarnos y amarnos como lo merecemos. Sólo así se logra que nuestros hijos, si los queremos tener, algún día digan -sin dudarlo- que se quieren “valorar y cuidar como lo hace su mamá”. 

Mi invitación es entonces a que nos demos cuenta de todo el valor que tenemos como mujeres al tener la disposición, la fuerza y el deseo de tener y cuidar a una familia sana y feliz. Para eso se necesita valentía y coraje. Y, finalmente, eso somos: mujeres valientes que en su día a día podrían quererse más y cansarse menos... ¿Cómo ? ¿Si existen formas realistas de hacerlo? Sinceramente, creo no hay muchas sino muchísimas formas. Por ahora, quisiera compartir algunas que, sin tanto complique y aplicándose pronto, me han funcionado y mucho: 

 

  • Dedica un día a la semana para buscar y aplicar “trucos” de belleza sencillos en los que creas y que no demanden mucho tiempo sino lo tienes.
  • Planea al menos una vez al mes un plan que ames hacer y que sea realmente tuyo (Mejor, sino depende de tu nueva familia).
  • Si estás casada y tienes hijos, negocia con tu esposo, espacios sagrados para que cada uno pueda hacer “pereza” un buen rato. Y no se trata del típico tiempo de sueño o descanso en las noches. No. Se trata de poder sacar algunas horas un sábado, un domingo o un festivo para leer un rato, ver televisión, dormir tarde, pensar sin afán, escuchar música, entre otras miles de opciones. 
  • Enséñale a tus hijos desde pequeños a que respeten tus espacios. (Si los respetan, entenderán que los mereces y un día hasta te animarán a que los tengas y los disfrutes)
  • Piensa que en realidad “no pasa nada…” No pasa nada si te quedas un sábado o un domingo descansando y sin organizar ningún tipo de plan. ¡Ninguno!; si rechazas amablemente algún almuerzo familiar porque te sientes cansada y con ganas de estar sola un rato; Si le dices de frente a tu pareja que necesitas un par de horas para tí y sólo para tí; Si un día en el mercado piensas primero en tus antojos antes de pensar en los de tus hijos y la plata ese día sólo alcanza para los tuyos… de verdad no pasa nada. Por lo menos, nada grave de lo que valga la pena preocuparse.

PD: Esto que escribí lo dedico de corazón y con cariño, mucho cariño, a mis hermanas del alma… a mis amigas de la vida. Es decir, a las que conozco en las buenas y en las malas.

Por Ana

*Marcela Mar || Actriz colombiana || Revista Esquire edición No. 52 - Colombia, septiembre de 2014.