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A trabajar se dijo

¡No revientes tu tiempo!

manuelita otero

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Cuando empezó la pandemia mi rol principal era el de mamá de una chiquita hermosa de 8 años - que hoy tiene casi 10-. Lo que quiere decir que ya llevamos nuestros buenos meses en todo este rollo del Covid 19. Con la llegada de la pandemia y  la cuarentena a Bogotá -que fue muy estricta-, muchos de mis proyectos laborales se cayeron. Con la responsabilidad de la casa encima, de apoyar a mi chiquita con el colegio virtual -que era nuevo tanto para ella como para los profesores- y de jugarle mucho por la ausencia de otros niños a causa del encierro obligado, en las primeras semanas de cuarentena se me ocurrió la genial idea de trabajar de 5 p.m. a 8 p.m. luego de unas jornadas extenuantes en mi papel de mamá y de ama de casa. En mi opinión y en mi sabiduría, me pareció la solución perfecta. Así podría estar todo el día pendiente de la casa, los pagos, los domicilios, mi esposo, mi hija y en la tarde-noche me podría concentrar en mi trabajo profesional para empezar la búsqueda de nuevas oportunidades.    

Los meses pasaron y la verdad es que esta idea fue un total desastre. Me enfermé de las manos por exceso de trabajo, (¡De las dos manos!), vivía cansada, agotada y pidiendo en mi casa orden y silencio de 5 p.m. a 8 p.m. para poder trabajar “tranquila” ya que vivimos en un espacio principalmente abierto. Las mamás sabemos que si hay un horario difícil de manejar con los niños es precisamente ese en el que yo pretendía ser tremendamente productiva y concentrarme. Sabemos que si hay un horario absurdo para pedir silencio y compostura es ¡justamente ese! Y eso sin contar que, además, muchos días a esa hora me costaba soltar el control de las tareas y de la comida saludable a mi esposo. (Las mamás también sabemos que los hombres tienen sus formas bien diferentes de hacer las cosas - No por eso malas. Sencillamente diferentes, incluso, más veces de las que quisiéramos, más prácticas y relajadas).   

Después de llevar más de medio año en esta locura de vida y de horario laboral, tuve que parar -sí o sí- un par de semanas para poder recuperarme del Covid 19 y fue ahí justamente, sin hacer mucho, que caí en cuenta de que me estaba reventando tontamente, que había deteriorado mi salud, mi estabilidad emocional y otras cosas importantes por tratar de tener un equilibrio que es imposible tener cuando intentas como mujer responder en muchos frentes y roles a la vez con la misma diligencia y energía. Y con esto no quiero decir que tenga algo de malo ser mamá, trabajar, estudiar, hacer deporte, etc, en una misma época de nuestra vida; quiero decir que hay que saber cómo hacerlo sin engañarnos ni ponernos tanta presión encima. 

Recuperarme de las manos no ha sido fácil, he tenido que visitar varios médicos y he estado a punto de cirugía -lo que me llevaría a una incapacidad de meses porque se trata de ambas manos-, pero voy bien porque decidí ponerle un STOP a toda esa locura de reventar mi tiempo y mis horarios. Ahora, ese espacio de  5 p.m. a 8 p.m. generalmente se lo dedico a mi familia, a las tareas de mi hija y me lo dedico a mí también. Busqué la forma de trabajar un rato en la mañana y en la tarde, soltando un poco el control del colegio virtual, entendiendo con paciencia que no estoy precisamente en la etapa profesional más productiva de mi vida, disfrutando las tareas de la casa -que por la situación de pandemia me veo obligada a hacer con más frecuencia e intensidad de la que quisiera-, confiando en que lo mejor laboralmente está aún por venir y, por último, creyendo que esta pandemia no es eterna, como tampoco lo son sus circunstancias difíciles y complejas. Llegará el momento en que me sobrará tiempo para mí y para mi vida profesional, pero por ahora voy a disfrutar más de mi hija, mi casa y las contadas horas que alcanzo a trabajar en lo mío.

Siempre había creído que los síntomas de una persona workahólica o adicta al trabajo se daban sólo en el ámbito laboral, pero después de esta experiencia noté que también pueden aparecer en las mujeres en el ámbito personal como mamás o como amas de casa porque son roles que también demandan una enorme cantidad de trabajo a la que a veces no es fácil ponerle límites. Aunque reconozco que es linda y tierna la expresión de que las mamás somos 24-7, cuando nos lo tomamos muy a pecho, sin dejar tiempo libre para nosotras, se convierte en un modo de vida perjudicial para la salud (y no sólo para la salud física). 

Mis pocas horas de trabajo profesional ahora son más productivas y felices porque decidí no excederme más. Incluso los frutos económicos son más evidentes. No fue una decisión fácil, porque la presión alrededor nuestro suele ser grande... ¿Por qué no estudias más? ¿Por qué no ganas más? ¿Por qué no trabajas más duro por tus sueños? ¿Por qué no te capacitas más? ¿Por qué no buscas un mejor trabajo?. Y la lista es interminable.

La pandemia ha sido un evento mundial tan raro y atípico que a mí me cuesta hacer generalizaciones de cómo nos ha afectado a las mujeres. Depende de tantos y tan diferentes factores la situación de cada una que no me atrevo a generalizar. Claro, hay cosas y sentimientos que seguramente se comparten - especialmente entre aquellas a las que nos ha tocado tener niños en casa en colegio virtual obligado-, pero sin duda todo esto es algo bien particular para cada quien. Es una época en la que no es tan sencillo dar consejos y ponerse en los zapatos de la otra persona y en la que debemos ser sabias en nuestros corazones y con nuestras palabras. Pero aún así hoy te quiero decir o recordar: ¡No te revientes. Ni hoy, ni nunca!

Ana