contact us

Use the form on the right to contact us.

You can edit the text in this area, and change where the contact form on the right submits to, by entering edit mode using the modes on the bottom right.

         

123 Street Avenue, City Town, 99999

(123) 555-6789

email@address.com

 

You can set your address, phone number, email and site description in the settings tab.
Link to read me page with more information.

Buen provecho

¡El sabor de la vida!

manuelita otero

Me gusta ir a cine  y cuando vamos siempre compramos crispetas porque películas sin crispetas no son lo mismo. Usualmente compramos el balde más grande porque es la mejor promoción. El problema es que yo termino comiéndomelo prácticamente sola. Mis hijos me ayudan un poco, pero después de un rato ellos se cansan de comer, en cambio yo estoy tan concentrada en la película que continúo comiendo sin ni siquiera darme cuenta. Las crispetas de vez en cuando son buenas, pero comer sin tener hambre solo porque están al frente mío, no lo es.

Comer sin pensar -mindlessly- sucede cuando lo hacemos sin darnos cuenta. Brian Wansink, el autor del libro Mindless Eating explica que “Comemos en exceso porque hay signos a nuestro alrededor que nos invitan a comer. Simplemente no está en nuestra naturaleza hacer una pausa después de cada bocado y contemplar si estamos llenos o no.”  Cuando estamos ocupados, estresados o prestando atención a otras cosas usualmente comemos sin pensar y no solo consumimos calorías innecesarias, sino que  también tomamos decisiones equivocadas.

Comer sin pensar también es algo que se da por la psicología del mercadeo, cuyo objetivo final es vender y hacer que comamos más. Mira los avisos a tu alrededor... estamos siendo bombardeados con fotos de comida que se ve deliciosa, y que solo buscan antojarnos de esas comidas.  ¿Has notado alguna vez un aviso de alguna comida mientras manejas e inmediatamente piensas  “yo quiero eso, se ve delicioso” y manejas un poco más y ves el lugar donde rápidamente puedes satisfacer esa “necesidad”?  Keri Gans, autor de The Small Change Diet: 10 Steps to a Thinner, Healthier You   recomienda que cuando sentimos ganas de comer algo que puede que no sea bueno para nosotros, debemos tener en mente las cinco “D”: Demorar, determinar, distraer, distanciar y decidir. Es decir, tomar un poco de tiempo para pensar si realmente tienes hambre o si solo estás antojada de algo,  ayuda a tomar buenas decisiones y a no ser todo el tiempo víctimas del mercadeo agresivo.

Como nosotros nos la pasamos en la carretera, nos estábamos acostumbrando a comer en el carro. Empacábamos nuestro almuerzo y nos lo comíamos camino a una clase o a una audición, pero comer en el carro no es saludable ni seguro. Además, comer a las carreras pensando en otras cosas es dañino para nuestro sistema digestivo porque no tomamos el tiempo para pensar en el proceso digestivo, olvidamos que comemos no solo para satisfacer nuestro hambre sino que también lo hacemos porque necesitamos comida para alimentar nuestro cuerpo. Y ese proceso en el que la comida se transforma en energía y nutrientes requiere tiempo y concentración para que se realice apropiadamente.

El proceso digestivo comienza antes del primer bocado. Comienza en nuestra mente mientras pensamos, vemos y olemos la comida. En esos momentos el sistema nervioso suelta unas enzimas digestivas para preparar el cuerpo. Así que cuando comemos a las carreras o bajo estrés, el escenario adecuado para la buena digestión no se logra crear lo cual puede resultar en inflamación, ardor en el estómago y en otros problemas digestivos.

Cada paso del proceso digestivo es importante. Thich Nhat Hanh y la Dr. Lilian Cheung en su libro Savor recomiendan lo siguiente: “Concéntrate en lo que estás comiendo. Observa cómo se ve, deja que tus ojos lo disfruten y nota como se siente. Mastica conscientemente, saborea lo que comes.  A medida que te das cuenta de lo que estás comiendo, también te das cuenta del momento presente. Viviendo en el momento puedes recibir todo lo que la comida te puede ofrecer.”

¿No te parece injusto que una comida tome tanto tiempo en el proceso de preparación para luego comértela a las carreras? Con un poco de planeación y calma podemos extender el placer de nuestras comidas, tomar tiempo para disfrutarlas, saborearlas y para compartirlas con amigos y familiares. Estas ideas pueden ayudarte a comenzar:

Da las gracias: Es maravilloso poder disfrutar nuestras comidas, por eso es bueno tomar el tiempo para dar las gracias. Un momento en silencio puede ayudarnos a cambiar el ritmo. Pasar de las carreras del día a un momento más relajante y tranquilo.

Crea una comida especial: Hacer que una comida sea especial no requiere en realidad mucho trabajo adicional. Pequeños detalles como platos o servilletas lindas, velas, flores o un interesante contraste de colores en la mesa pueden hacer una gran diferencia.

Pon tus sentidos a trabajar: Aprecia texturas, observa colores, escucha sonidos crujientes y disfruta los diferentes sabores. ¿Hay ciertos aromas que te traen buenos recuerdos?  ¿No te gustaría crear eso en tus hijos, si los tienes?

Aleja las distracciones innecesarias y separa tiempo para disfrutar tus comidas.  Notarás los beneficios físicos, emocionales y sociales.  Comer disfrutando el ahora, nos permite saborear la comida y la vida misma.

Por Manuelita


Escucha a tu cuerpo, es único

manuelita otero

¿Alguna vez has comenzado el año haciendo el propósito de comer saludable, hacer ejercicio y perder unas cuantos kilos? ¿Cuántas veces compramos productos para perder peso: libros, suplementos, pastillas, hierbas, planes de comida y cualquier otra cosa que nos prometa los resultados que queremos, pero a la segunda semana estamos desanimadas porque no vemos los resultados que estábamos esperando?  

¿No te parece interesante como cada año parece haber una comida milagrosa, el último libro de dieta o un panel de expertos dándonos una larga lista de comidas que deberíamos comer para obtener energía, tener una piel radiante y la figura que la mayoría de las personas quiere? 

Los norteamericanos gastan 40 billones de dólares al año en productos y programas para perder peso.  Vemos los comerciales con sus llamativas fotos de antes y después y dejamos que otros decidan lo que debemos comer, hacer y comprar. Pareciera que todo el mundo nos quisiera decir qué hacer y qué comer, todo con un costo claro está, y nosotros queremos lo que están vendiendo: soluciones fáciles y resultados demasiado buenos  como para poder creerlos y, tal cual, así es la realidad: son demasiado buenos por lo tanto no son reales. 

Usualmente, si consumimos más calorías en el día de las que quemamos las vamos a almacenar en nuestro cuerpo.  A menudo comemos lo que nos hace daño porque sabe muy rico. Llevamos las cosas al extremo llegando al punto de cambiar nuestro metabolismo y luego nos sentimos culpables y buscamos soluciones rápidas. Al final los productos llenos de tantas promesas no ofrecen soluciones a largo plazo. Según un estudio realizado en el 2006 reportado en el  New England Journal of Medicine, la mayoría de las personas que participan en un programa de pérdida de peso recupera un tercio del peso perdido en el primer año y después de tres años están nuevamente en el peso original. 

Querer ser “flaca” puede ser un objetivo, pero vivir un estilo de vida saludable y lograr nuestro peso adecuado es una opción más completa e importante.  El tema no es talla sino salud. Entonces en vez de creer ciegamente lo que todo el mundo está diciendo, utilicemos las fuentes confiables que tenemos para informarnos y aprender sobre las comidas que deberíamos estar comiendo.  Escuchemos a nuestros cuerpos, tomemos decisiones y cumplámoslas. 

No puedo decirte qué comer y cómo perder peso.  No tengo las palabras mágicas que lo logren, pero te puedo motivar a que tú misma encuentres el camino, el que funcione para ti.  Te puedo decir que lo puedes lograr y que no va a ser fácil, pero si persistes en tu meta, si escuchas a tu cuerpo y tomas decisiones correctas lograrás un estilo de vida más saludable.  Aquí hay unos tips para comenzar: 

-  Infórmate: Lee las marquillas, conoce tu comida. Lee sobre los beneficios de ciertas frutas y vegetales para que sepas lo que deberías estar comiendo y lo que no deberías ni probar. Si el problema es que comes una ensalada y luego te da hambre demasiado rápido, busca comidas que te llenen más como granos, pasta y papa ,y  si escoges la versión integral esa puede ser una opción más saludable, pero mejor no me creas del todo. Lee, investiga y aprende sobre lo que le puede funcionar a TU cuerpo.

-  La verdad y solamente la verdad:  Se honesta contigo misma. Tú sabes qué tan a menudo comes por fuera o cuántas galletas te comiste o cuándo fue la última vez que hiciste ejercicio.  No te des excusas, pues esta reflexión es para ti, entonces ¿a quién le estás mintiendo? Una vez tomes la decisión, comienza a decirte la verdad. 

- Pequeños cambios hacen una gran diferencia: Cada transformación en nuestra vida comienza con un cambio pequeño  y luego otro y otro.  Comienza con resoluciones sencillas, por ejemplo: no le coloques mantequilla al pan, no tomes gaseosas, toma menos alcohol, comete un postre más pequeño, no le coloques azúcar a tu café.  Muchas veces hacemos estas cosas solo por costumbre, así que si paramos de hacerlas puede que al principio nos vayamos a sentir raras, pero después de un tiempo nos vamos a acostumbrar.  Mira los hábitos que tienes ahora y decide los pequeños cambios que podrías hacer hoy.  

- Hazlo un estilo de vida: Muévete más. Haz ejercicio, lo que te guste y si no te gusta nada, haz lo que menos te disguste.  Si está lloviendo, haz ejercicio en la casa; busca un video en YouTube y hazlo por 30 minutos. Siempre hay una forma. 

No vayas a extremos, no afectes tu metabolismo dejando de comer por largos periodos o quitando ciertas comidas de tu dieta. No aguantes hambre, come snacks saludables y naturales cada dos horas. Come fresco, cocina en casa y toma mucha agua. 

No te rindas a la gratificación inmediata: no comas comida chatarra, simplemente di no, y mientras más lo digas más fácil será.  ¿Quieres algo dulce después de una comida? Cómete una fruta, un pequeño dulce, un pedazo de chocolate amargo o comparte un poste con alguien. 

El primer paso para lograr un estilo de vida saludable es tomar la decisión. No hay atajos como en todo lo que vale la pena lograr. Habrá que trabajar duro en esto, tomar decisiones inteligentes y hacer cambio de hábitos, pero también incluirá muchísimas celebraciones y la satisfacción de que estás haciendo algo bueno para ti en tus propios términos. 

Por Manuelita

 

Todo empieza con una decisión

manuelita otero

comidapost

Me gusta levantarme temprano en la mañana antes que todo el mundo y tomarme un café mientras me preparo para el día que comienza. El único problema es que tomar café tan temprano acelera mi corazón y afecta mi respiración por el resto del día. Aun así, siendo un poco terca, todas las mañanas me levanto y, por hábito, preparo mi café y me lo tomo sabiendo lo que va a suceder. No estoy diciendo que el café sea malo. Solo que, en mi caso, no puedo tomarlo tan temprano. ¿Te suena familiar? ¿Hay cierta comida que sabes que no deberías comer, pero parece que no pudieras parar porque es muy rica? 

A veces, ponemos más énfasis en la comida y en el deseo de satisfacer un antojo que en nuestra propia salud. Sabemos que hay ciertas comidas que no son buenas para nosotros, pero aun así las comemos. ¿Por qué comeríamos algo que sabemos nos va a caer mal o a largo plazo dañará nuestra salud? Puede que haya muchas razones: algunas emocionales, unas lógicas y otras hasta basadas en tradición, pero tratemos de pensar a un nivel más personal. ¿Dejarías un diamante en el garaje? ¿Utilizarías billetes de cien dólares como separadores en tus libros? ¿Dejarías que tu hija jugara con joyas que recibiste de herencia? A veces, parece fácil cuidar cosas que consideramos valiosas, pero se nos dificulta cuidar nuestro propio cuerpo que es aún más valioso.

Decidir qué comer es una decisión muy personal. A veces, comenzamos a comer “correctamente” porque leemos la dieta del momento, pero no porque hayamos tomado la decisión de comer realmente más saludable. Entonces se convierte en una solución temporal. Una vez entendemos por qué comemos ciertas comidas a ciertas horas podemos definir estrategias y hábitos para mejorar nuestra alimentación. Cuando se trata de comida, a veces, no es tanto lo que comemos sino más lo que sentimos cuando comemos, la razón por la que comemos y la sensación después de comer. 

¿Alguna vez te has dicho, “no puedo comerme solo una galleta”? Yo lo he dicho, y me da rabia pensar que una galleta tiene más poder que yo. ¿Por qué no puedo comerme solo una galleta después de mi comida? ¿Quién ha decidido que tengo que comerme cinco o ninguna? ¿Quién controla lo que me como? ¡Yo! ¿Quién controla lo que te comes? ¡Tú!

Comer saludablemente como un hábito puede ser un poco difícil. Estas ideas te pueden ayudar:

Tú vales la pena

Regálate un momento, piensa lo valiosa que eres y toma una decisión. Cuando sabes cuánto vales y lo preciosa y maravillosa que eres, comienzas a prestar más atención a cómo cada decisión te afecta. Y cuando se trata de comida significa que notas todo lo que pones en tu boca. Decirle “No” a comida dañina se convierte en una actitud que dice “mi cuerpo es demasiado precioso para este tipo de comidas”. Sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pero es el comienzo de un proceso que no tiene que ser tan difícil como, a veces, uno mismo lo hace. 

Cuando tomamos una buena decisión a la vez, hábitos positivos comienzan a formarse haciendo más fácil comer saludablemente. Tú y yo merecemos una vida llena de buenos hábitos, no importa que tan difícil sea la primera decisión.

La comida, a veces, es tan llamativa y estimulante que es difícil decir “no”. Cuando comemos ciertas comidas, nuestro cerebro emite dopamina, un neuroquímico asociado con un premio que nos conduce a comer más y más de esa comida, pero nuestro amor por la comida no puede ser más grande que nuestro amor propio, el amor a  nuestro cuerpo y a nuestra familia. No somos víctimas indefensas. Tenemos poder para romper el ciclo.

Fresco siempre es mejor 

El azúcar añadida a las comidas procesadas mejora el sabor y la textura, y actúa como un preservativo para extender su duración en los almacenes. El sodio también es añadido a comidas congeladas para mantenerlas frescas durante más tiempo. Adicionalmente, la comida procesada contiene grasas trans y grasas saturadas; los nutrientes, muchas veces, son retirados para que este tipo de comida dure más o se vea mejor y le añaden aditivos. Entonces, el valor nutricional es muy bajo.

Por su lado, la comida fresca contiene más vitaminas, fibra y minerales. Los nutrientes esenciales de la comida fresca nos pueden proteger de enfermedades como cáncer, alta tensión, problemas del corazón y diabetes tipo 2. Además, nos da más energía, y, de pronto, hasta puede reducir los efectos del envejecimiento. 

Comida fresca vs. Comida procesada debería ser una decisión fácil, ¿cierto?, pero ya que la comida procesada es diseñada para que sepa más rico y es de fácil acceso, es más difícil ignorarla.

Grandes logros se obtienen paso a paso 

Prepárate para lograrlo. Comienza el día bien y levántate con suficiente tiempo -incluso hasta puedes empezar a acostarte un poco más temprano- para preparar tu desayuno. Nunca salgas de la casa sin desayunar. Una barra de cereal o energética no es suficiente porque te dará energía solo para unas pocas  horas y, cuando esa energía se termine, será más fácil caer en la tentación de comer lo primero que ves.

Lleva snacks saludables a todas partes a donde vayas. Estos te mantendrán enfocada y con energía todo el día. Consigue tu propio estilo de lonchera  y mantenla llena de nueces, frutas y agua. Cocina la mayoría de tiempo en casa. Hazlo en familia para que todos puedan ayudar o, cuando lo hagas sola, puedes escuchar tu música favorita y relajarte. Ten comida fresca accesible: zanahorias, apio y frutas de fácil acceso para que sea lo primero que puedas comer cuando tengas hambre y no haya tiempo de cocinar platos muy elaborados. Pequeños cambios harán una gran diferencia.

Hazlo un estilo de vida 

Si hacemos algo una y otra vez, esto se convierte en parte de nuestro estilo de vida. Parece que estuviéramos rodeadas de cosas que nos empujan a comer más y movernos menos, pero no tenemos que caer en ese patrón. Muchas veces, cuando comemos, ni siquiera nos damos cuenta qué nos llena y si lo que estamos comiendo nos podría causar problemas a futuro. En el libro Savor, Thich Nhat Hanh and Dr. Lilian Cheung nos recuerdan algo valioso: “Concéntrate en lo que estás comiendo. Míralo, deja que tus ojos lo disfruten. Cómo se siente en tu boca, a qué sabe. Mastica conscientemente, saborea lo que comes. A medida que te das cuenta que estás comiendo, también te das cuenta del presente.”

Haz de la comida una ocasión especial, ya sea en familia o a solas. Que sea un tiempo para disfrutar. Le toma al cuerpo alrededor de 20 minutos para darse que está lleno, entonces no te apures. Evita comer en el carro. Si tienes hambre, comete un snack saludable, pero trata de que tus comidas principales sean con calma y enfócate en disfrutarlas.

Cuando salgas a comer a un restaurante, come algo saludable y pequeño antes de ir para que así no sientas la tentación de comer más de lo que realmente necesitas. Comparte un aperitivo, pide media porción o pide que te empaquen lo que aun este en tu plato una vez sientes que ya estás llena.

Comer saludablemente se trata de valorarnos y amar y respetar nuestro cuerpo. No te desanimes si, a primera vista, parece demasiado difícil. Recuerda que es un proceso, pero seguramente disfrutarás de los muchos beneficios de tomar la decisión correcta. Una comida a la vez.

Por Manuelita