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Que buen silencio

¡Soy increíble!

manuelita otero

quiettimepostesp

¡Cosas maravillosas me van a suceder hoy! ¿Alguna vez has dicho esto mientras te miras en el espejo? ¿Alguna vez te has recordado en voz alta quién eres y todas las cosas que han sido preparadas para ti? Creo que la mayor parte del tiempo somos nuestros más estrictos críticos: nos miramos e inmediatamente encontramos nuestras fallas. Por alguna razón somos tímidos cuando se trata de decir cosas positivas sobre nosotros. Pensamos que es inapropiado, innecesario o simplemente ridículo.

El enemigo no pierde ninguna oportunidad para mentirnos y para recordarnos todo lo negativo que hemos hecho en el pasado. Esa es una de las razones, pero no la única, por las que debemos declarar en voz alta quiénes somos en Cristo. Declarar la verdad es poderoso y lo debemos hacer a menudo. 

¡Realmente somos increíbles! Puede que no te conozca, que no sepa cómo te ves o lo que has logrado en tu vida hasta ahora, pero sé que eres alguien muy especial con un propósito y un maravilloso futuro y no hay nada que puedas decir que me haga dudar esto. ¿Por qué? Porque la Biblia dice que “Somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.” (Efesios 2:10)

Me encanta como la Biblia en inglés en la versión del New Living Translation traduce este verso “We are God’s masterpiece” ¡Somos una obra maestra! ¿No te parece eso extraordinario?, pero aún mejor, somos la obra maestra de Dios. Todo lo que somos ha sido dado por nuestro Creador con un propósito... nuestra apariencia física, nuestras habilidades, nuestros talentos y nuestra personalidad. Nada ha sido dejado al azar. Somos asombrosos porque pertenecemos a Él. 

Dios dijo: “Antes que te formara en el vientre te conocí y antes de que nacieras te santifiqué, te di por profeta a las naciones.” (Jeremías 1:5) Debemos leer este verso hasta aprendérnoslo de memoria porque cada palabra nos indica cuánto nos ama Dios. 

El verbo “conocer” en la Biblia tiene un significado mucho más profundo que el que le damos hoy en día. Es la palabra utilizada para describir una relación muy íntima. “Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín… Conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc… conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su nombre Set.” (Génesis 4:1,17,25) Esta palabra demuestra el vínculo entre dos personas. No se refiere a estar al tanto o saber de alguien. Cuando Dios dice que nos conoce, es en serio, y lo hace mejor que cualquier otra persona, mejor que nosotros mismos. 

Desde el comienzo de los tiempos hemos estado en la mente y en el corazón de Dios. Antes de que tus padres se conocieran y te concibieran, Dios te conocía. Él tenía grandes planes para tu vida antes de que lloraras por primera vez y desde que eras un recién nacido Dios ya te había escogido como profeta a las naciones. ¡Qué honor!

¿Por qué es entonces tan difícil vernos como hemos sido creados? ¿Por qué magnificamos nuestros aspectos negativos en vez de concentrarnos y mejorar nuestras fortalezas? ¿Dónde estamos observando los estándares de cómo nos vemos y nos sentimos? ¿De nuestros amigos? ¿De nuestros vecinos? ¿De la industria del entretenimiento?

¿Has escuchado una suave voz muy dentro tratando de llamar tu atención, diciéndote que no tienes que ser como todos los demás para sentirte feliz? Escucha cuidadosamente: “¡Cuán bella eres, amada mía! Cuán bella eres!” (Cantar de Cantares 1:15)

Dios te está diciendo: “Yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador…. A cambio de ti entregaré hombres; a cambio de tu vida entregaré pueblos! Porque te amo y eres ante mis ojos precioso y digno de honra. No temas, porque yo estoy contigo.” (Isaías 43:3-5) Cuando comenzamos a absorber este amor, empezamos a entender nuestra relación con Dios y nos vemos en una nueva luz. Las cosas se ven diferente cuando sabemos quiénes somos y a quién le pertenecemos. 

En medio de las tormentas de la vida y de nuestro comportamiento imperfecto, es fácil olvidar lo maravillosos que somos, por eso es importante recordar a menudo como nos ve Dios y permitirle moldearnos y cambiarnos: “Ustedes, pueblo de Israel, son en mis manos como el barro en las manos del alfarero.” (Jeremías 18:6)

Dios quiere que sepamos que somos “Linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios.” (1 Pedro 2:9)

No somos maravillosos porque seamos buenos, simpáticos, ricos o talentosos; somos maravillosos porque Dios nos creó a Su imagen, porque Su Hijo murió por nosotros y porque Su Espíritu Santo vive en nosotros. 

Por Manuelita